William Wilberforce: El Parlamentario Persistente
En una de las últimas cartas de su vida, el fundador del Metodismo, Juan Wesley, de 87 años de edad, escribió a un joven miembro del parlamento de Inglaterra: «A menos que Dios te haya llamado sólo para esto, te desgastarás debido a la oposición de hombres y demonios. Pero, si Dios es por ti, ¿quién contra ti?». Wesley se refería a la esperanza que tenía William Wilberforce de abolir la esclavitud en el Imperio Británico. Al momento de recibir la carta Wilberforce había estado luchando por su causa en el parlamento durante casi cuatro años. Le tomaría dieciséis años más lograr que se prohibiera la trata de esclavos y el resto de su vida antes de que se aboliera la esclavitud.
Wilberforce nació el 24 de agosto de 1759 dentro de una próspera familia de comerciantes de Yorkshire. Su padre murió antes de que Wilberforce cumpliera nueve años, asegurando la independencia financiera del chico. A la edad de diecisiete se inscribió en la Universidad de Cambridge, en donde fue bien aceptado por sus compañeros debido a su naturaleza cálida y divertida. De hecho, prefería socializar y jugar cartas que asistir a clases.
Sin ningún interés en el negocio familiar, Wilberforce decidió hacer carrera en la política. Pasó el invierno de 1779-1780 en Londres, disfrutando de la vida social y observando los debates de la tribuna de la Cámara de los Comunes. Otro joven también pasó su tiempo ese verano en la tribuna, el futuro primer ministro William Pitt (el Joven). Entonces se entabló una gran amistad. Ambos llegaron a ser miembros de la Cámara de los Comunes y confiaron y se apoyaron mutuamente a lo largo de su carrera.
En 1784 Wilberforce hizo campaña audazmente para el mayor distrito electoral en Inglaterra y ganó. Aunque era de baja estatura y complexión débil, hablaba con una habilidad, calidez y pasión que fácilmente se ganaba a la gente. Un reportero del parlamento describió sus discursos como «tan distintos y melodiosos que el oído más hostil queda complacido», mientras que Pitt señaló una vez que Wilberforce tenía «la mayor elocuencia natural de todos los hombres que he conocido».
El invierno siguiente Wilberforce llevó a su madre y a su hermana a un viaje que transformó su vida y su política. Un antiguo conocido se les unió y durante todo el viaje estuvieron hablando, entre otras cosas, del Nuevo Testamento en griego. Durante los meses siguientes Wilberforce reflexionó sobre su vida y sus excesos, y comenzó a lamentar su banalidad, su indulgencia y su falta de rumbo político. Se sentía obligado a cambiar, pero luchaba contra esa decisión. El convertirse al cristianismo le dejaría fuera de su círculo social. Al cuestionarse si debía retirarse de la política consultó a John Newton, el antiguo traficante de esclavos que escribió el himno «Sublime Gracia». Newton motivó a Wilberforce a continuar en la política, creyendo que Dios podría utilizarlo «en bien de la nación».
Wilberforce recuperó rápidamente el tiempo perdido, tanto a nivel político como personal. Comenzó su primera reforma humanitaria mientras que continuaba brindando su apoyo a la reforma parlamentaria. En una rigurosa rutina de introspección, escribía sus metas y al final de cada día evaluaba sus motivos, sus palabras y sus acciones. Redujo las rentas de sus inquilinos, elaboró listas de quienes necesitaban de oraciones, estudió su Biblia y ayunó.
Fue durante este tiempo que se le pidió llevar el tema de la trata de esclavos ante el parlamento. Un grupo cada vez mayor de personas había estado trabajando para concientizar a la gente de estas injusticias, pero se dieron cuenta de que, a fin de poder terminar con tan importante asunto económico, el parlamento debía prohibirlo. Wilberforce revisó meticulosamente la información que le presentaron y después condujo su propia investigación. Al confrontarse a la evidencia del trato inhumano y al alto índice de mortandad en los viajes marítimos de los esclavos, se convenció de que la esclavitud estaba mal y concluyó: «No descansaré hasta que haya logrado esta abolición».
«Confieso, señores, que tan pronto llegué a este punto de mi investigación acerca de la trata de esclavos, y su perversidad fue tan enorme, tan terrible, tan irremediable que… desde ese mismo momento decidí que no descansaría hasta que hubiese logrado su abolición».
Sin embargo, parecía que ni el deseo político ni el popular eran suficientes para erradicar por completo la esclavitud, así que Wilberforce inició una campaña únicamente contra la trata de esclavos pensando que así sería más fácil lograrlo (¡en realidad le llevó 19 años!). Al mismo tiempo, en mayo de 1787 algunos de los que habían participado activamente en el movimiento contra la esclavitud formaron la Sociedad para la Abolición de la Trata de Esclavos (Society for the Abolition of the Slave Trade).
Wilberforce reunió estadísticas, pruebas de maltrato e índices de mortandad, pero cuando llegó el momento de llevar el tema al parlamento, se enfermó. Pidió ayuda a Pitt y, en mayo de 1788, este último logró que la Cámara investigara la trata de esclavos.
El debate parlamentario comenzó en mayo de 1789. Muchos se opusieron, temiendo que Gran Bretaña quedara en desventaja económica si se prohibía la trata de esclavos. Otros no estaban de acuerdo debido a la creencia comúnmente aceptada de que el orden divino establecía que una raza era superior a otras. Los traficantes de esclavos pintaron un panorama falso de las circunstancias de los esclavos en el mar y argumentaron que el alto índice de muertes se debía simplemente a las epidemias. Wilberforce resolvió cada uno de los argumentos presentados y propuso 12 resoluciones. En su primer discurso contra la esclavitud pidió a los miembros que pensaran más allá de lo inminente y vieran su responsabilidad desde una perspectiva eterna:
«Existe un principio por encima de todo lo que sea política. Cuando reflexiono sobre el mandamiento que ordena “No matarás” y al creer que dicho mandamiento procede de una autoridad divina, ¿cómo puedo atreverme a anteponer a esto cualquier tipo de razonamiento? Señores, cuando pensamos en la eternidad y en las consecuencias a futuro de toda conducta humana, ¿qué puede haber en esta vida que provoque que cualquier persona contradiga los principios de su propia conciencia, los principios de justicia, las leyes de la religión y de Dios?».
El debate se suspendió durante nueve días y finalmente se retrasó dos años más. No fue sino hasta abril de 1792, después de que los oponentes de Wilberforce incluyeron la palabra «gradual» en la propuesta, que la Cámara votó para que la trata de esclavos se aboliera con el tiempo, pero sin una fecha establecida, la victoria de Wilberforce carecía de solidez. La trata de esclavos continuó ejerciéndose durante toda la década de 1790.
En mayo de 1793 Wilberforce presentó el Proyecto de Ley sobre Esclavos Extranjeros para prohibir que las embarcaciones británicas transportaran esclavos, pero la Cámara lo rechazó.
Mientras tanto, Wilberforce dedicaba su tiempo a muchas otras causas sociales, como la educación de los pobres, la reforma penal y el pago de las deudas de quienes eran presos a causa de ellas. Pero, en sus propias palabras, «el gran propósito» de su existencia parlamentaria seguía siendo la abolición de la trata de esclavos.
En marzo de 1796 Wilberforce fracasó con otro proyecto de ley, esta vez sólo por cuatro votos, pero pronto se hizo patente que la esclavitud no volvería a tener la atención del parlamento hasta que la Revolución Francesa llegara a su fin. Durante el tiempo que duró la intervención Wilberforce se enfocó en lo que denominaba «la reforma de las costumbres». Al estudiar la raíz de los problemas sociales llegó a la conclusión de que si se reformaran los principios morales del país entonces disminuirían la delincuencia, la pobreza y otros problemas.
«¡Cuán diferentes…! Mejor dicho, en muchos sentidos, ¡qué contradictorios serían los dos sistemas de moralidad, en donde el primero se formara por las máximas comúnmente recibidas de la palabra cristiana y el otro por el estudio de las Sagradas Escrituras!».
Se dio cuenta de que el cristianismo encontrado en la Biblia contrastaba claramente con la práctica religiosa aceptada de la época. En abril de 1797 publicó A Practical View of the Prevailing Religious System of Professed Christians, in the Higher and Middle Classes in This Country, Contrasted With Real Christianity [Un Punto de Vista Práctico del Sistema Religioso Prevaleciente de los Profesos Cristianos en las Clases Media y Alta de este País, Contrastado con el Verdadero Cristianismo]. El libro fue muy popular y se publicó en cinco idiomas.
El movimiento contra la esclavitud repuntó en 1804 y al año siguiente tuvo éxito su proyecto de ley para la abolición de la trata de esclavos en los países conquistados. Aprovechando este nuevo impulso, Wilberforce escribió A Letter on the Abolition of the Slave Trade, Addressed to the Freeholders of Yorkshire [Una Carta sobre la Abolición de la Trata de Esclavos dirigida a los Terratenientes de Yorkshire] y el 23 de febrero de 1807 la Cámara votó abrumadoramente a favor. Rodaban lágrimas por el rostro de Wilberforce mientras escuchaba el resultado final y el parlamento le condecoró por sus esfuerzos. De acuerdo con el biógrafo John Pollock, «su logro le dio una autoridad moral personal con la gente y con el Parlamento por encima de cualquier otra persona viva».
Al continuar con la campaña de cláusulas penales para asegurar el cumplimiento con la nueva ley, en marzo de 1807 Wilberforce fue testigo de la entrada en vigor de una Ley de Abolición enmendada. La trata de esclavos no fue abolida oficialmente en todo el Imperio Británico; aun así, pensaba que el clima no era todavía el adecuado para la emancipación total, pues creía que los esclavos debían prepararse para la libertad.
En 1812 Wilberforce renunció a su curul en Yorkshire, lo que le permitió pasar más tiempo con su familia y cuidar de su debilitada salud y de sus diversas obras benéficas (se calcula que fue presidente, vicepresidente o miembro del comité de no menos de 69 asociaciones).
En 1816 Wilberforce inició una moción para un Proyecto de Ley de Registro, que requería a las legislaturas de las colonias el registro de todos los esclavos, pues se sospechaba que algunas colonias estaban importando esclavos de manera ilegal. Al mismo tiempo se iniciaron las negociaciones diplomáticas con Portugal y España para abolir la trata de sus esclavos. A pesar de todo, era poco el progreso logrado para acabar verdaderamente con la práctica de la esclavitud, y la esperanza de un trato mejor para los esclavos después de haber terminado con esta práctica no se volvía una realidad.
Wilberforce comenzó a ejercer presión para la liberación de todos los esclavos en 1821 y en 1823, junto con otras personas, formó la Sociedad contra la Esclavitud (Anti-Slavery Society). En ese momento escribió Appeal to the Religion, Justice and Humanity of the Inhabitants of the British Empire in Behalf of the Negro Slaves in the West Indies [Llamado a la Religión, la Justicia y la Humanidad de los Habitantes del Imperio Británico en Defensa de los Esclavos Negros de las Indias Occidentales], que habla sobre la creencia de que las personas de color eran «degradadas» debido a su raza. Afirmó que los hombres de Sierra Leona (una comunidad negra autónoma) y Haití (el primer país gobernado por personas de color) habían demostrado ser, en palabras del biógrafo Pollock, «hombres verdaderos y no bestias como los consideraban algunos hacendados».
En marzo de 1823 se presentó ante el parlamento con una petición para abolir la esclavitud. Su deteriorada salud evitó que participara en todos los debates parlamentarios que subsiguieron, pero otros continuaron con su causa. En junio de 1824 Wilberforce dio un breve discurso pidiendo a la Cámara que no dependiera de los gobiernos de las colonias para terminar con la esclavitud. El debate continuó durante los cinco años siguientes y el movimiento en contra de la esclavitud obtuvo cada vez más apoyo del parlamento a lo largo del proceso.
Para febrero de 1825, después de muchas peticiones de su médico, Wilberforce se retiró del gobierno, aunque continúo apoyando el movimiento tanto como pudo. En 1831 envió un mensaje a la Sociedad contra la Esclavitud: «Nuestro lema debe seguir siendo la perseverancia. Y finalmente confío en que el Todopoderoso coronará de éxito nuestros esfuerzos».
El 26 de julio de 1833 la ley de abolición de la esclavitud se debatió por tercera ocasión en la Cámara de los Comunes. Wilberforce falleció tres días después, pero para entonces ya estaba asegurada la aprobación por la Cámara de los Lores. Fue enterrado en la Abadía de Westminster a petición de ambas Cámaras y del Parlamento. La esclavitud se abolió en todo el Imperio Británico al siguiente año.