Bloqueadores de la Memoria: Para no Recordar
De vez en cuando surgen debates relacionados con la ética que involucra ciertas áreas de la investigación científica. Una de estas recientes discusiones tiene que ver con el posible desarrollo de un fármaco para borrar los malos recuerdos.
Mientras que muchas personas luchan contra el miedo a perder sus recuerdos, a otras les encantaría poder olvidar. Los sucesos dolorosos y emocionalmente perturbadores son parte de toda nuestra vida; sin embargo, para algunos, lidiar con recuerdos aterradores es más que perturbador, es una abrumadora lucha diaria. Las víctimas de delitos y los soldados que padecen estrés postraumático son algunas de las personas a quienes posiblemente les sería útil una pastilla para borrar sus recuerdos. Muchos otros padecen depresión como un resultado directo de un trato abusivo durante su niñez y eliminar los malos recuerdos pudiera parecer una solución positiva también para ellos. Los fármacos involucrados en este controversial estudio (los bloqueadores β) ya son muy recetados para diferentes cardiopatías e incluso para la hipertensión arterial, por lo que el camino para utilizarlos en necesidades emocionales no parece ser muy largo.
No obstante, existe otro aspecto de la mente humana que va más allá de los simples recuerdos. Considere por un momento la mente como una creación única de un Diseñador Inteligente en lugar de verla como un resultado de millones de años de evolución natural. Si la especie humana está diseñada a la imagen de Dios, como asegura la Biblia, entonces ¿cuál es la función del intelecto humano?
La vida se compone de experiencias; algunas de ellas son positivas y provocan sentimientos buenos, mientras que otras son negativas en mayor o menor medida. Como dice el dicho: «¡Así es la vida!», pero ¿acaso un Dios amoroso y benevolente no desearía que su creación experimentara únicamente el bien? Y sin embargo, el autor del libro de Eclesiastés señala que «todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora… tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír» (Eclesiastés 3:1–4). Pareciera que la experiencia humana abarca cada aspecto del bien y el mal, lo positivo y lo negativo.
¿Cuál será el propósito de esto? ¿Por qué un Dios omnipotente permite que experimentemos situaciones negativas en la vida?
A pesar de algunos argumentos en ciertos círculos en contra del concepto del libre albedrío, es justamente en él en donde se encuentra la respuesta a esta pregunta. De acuerdo con la Biblia, todos los seres humanos somos agentes morales libres con la capacidad para pensar de manera independiente y de tomar decisiones individuales. Dios le ha presentado a la humanidad dos estilos de vida. «Os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia» (Deuteronomio 30:19). Al tomar decisiones para elegir el estilo de vida de Dios, el hombre se desarrolla mental y espiritualmente hacia la imagen de Dios.
Las experiencias buenas reafirman las decisiones que afectan el carácter de manera positiva, mientras que las malas experiencias reafirman el entendimiento de que ciertas conductas traen consecuencias negativas. Los recuerdos que resultan de las experiencias negativas de la vida pueden actuar como obstáculos en el camino que nos lleva a actuar y pensar de una manera incorrecta, en especial cuando consideramos por qué esas experiencias fueron malas y conscientemente adoptamos medidas para no repetirlas o transmitirlas a otra generación.
No cabe duda de que muchas personas experimentan situaciones terribles en su vida que les dejan recuerdos dañinos y que con frecuencia no son causadas por ellas mismas. Esos recuerdos pueden tener un efecto extremadamente perjudicial en su vida; sin embargo, al tratar los efectos, no se deben ignorar las causas. Existe un estilo de vida que alienta el tipo de conductas que provoca experiencias y recuerdos positivos. Ese estilo de vida también provoca un estado de ánimo positivo en general que puede estimular la paz, incluso cuando se atraviesa por circunstancias muy estresantes.
Tomar las decisiones correctas basándose en ese estilo de vida es difícil. A menudo requiere tomar el camino difícil, luchando contra los instintos naturales, pero el esfuerzo para hacer esas elecciones difíciles generará en nosotros el tipo de recuerdos que no necesitan borrarse.