Como seres humanos, quizá nos encontremos al centro de nuestro propio universo, pero ¿cómo relacionamos nuestra responsabilidad con los demás y con el entorno que habitamos?
Nuestro planeta muestra cada vez más signos de estar sucumbiendo a la agresión provocada por nosotros y nuestras tecnologías. Aunque no hay escasez de ideas extravagantes acerca de cómo la tecnología puede ayudar a resolver el problema, incluyendo el hallazgo de un nuevo planeta en caso de acabar con éste, la solución real se encuentra más cerca de nuestro hogar.
Han pasado 50 años desde que 67 países participaron en el proyecto mundial de ciencias físicas conocido como el Año Geofísico Internacional (AGI); sin embargo, a pesar de la abundancia de conocimientos adquiridos durante el AGI y desde entonces, muchos de nosotros aún no sabemos valorar la Tierra.
Referencias populares a nuestro planeta como la Madre Tierra y a las fuerzas naturales que las gobiernan como Madre Naturaleza traen a la mente la antigua diosa Gaia. Sin embargo, estas ni si quiera se acercan a la verdadera naturaleza de nuestra relación con la tierra.
El ambientalismo es el candente tema de debate en todo el mundo; no obstante, pongamos de lado los aspectos políticos y comerciales de la querella para así preguntarnos: ¿de qué lado está Dios con este tema?
En la actualidad, sucesos como el Día de la Tierra y los esfuerzos internacionales combinados para terminar y tripular la EEI son derivaciones de esa misión de colaboración original de 1957.