Depresión y Suicidio
Cada año, aproximadamente un millón de personas cometen suicidio; y por cada suicidio, hay entre 10 y 20 intentos de suicidio. Las cifras muestran que casi tres veces más mujeres que hombres intentan quitarse la vida, pero que los hombres tienen cuatro veces más probabilidades de tener éxito (en parte debido a que ellos tienden a elegir métodos más violentos).
Las cifras de la Organización Mundial de la Salud muestran que los índices de suicidio entre jóvenes han aumentado de manera alarmante. Hoy en día son el grupo de más alto riesgo en una tercera parte de todos los países (desarrollados y en vías de desarrollo). De acuerdo con los Centros de Control de Enfermedades (Centers for Disease Control), los índices de suicidio en adolescentes en Estados Unidos se han cuadruplicado desde 1950; sin embargo, el problema no es característico de la juventud. El Centro Nacional de Estadísticas de Salud (National Center for Health Statistics) reporta que el índice más alto de suicidio se encuentra entre el grupo de personas de más de 75 años. La edad promedio para cometer suicidio es de 40 años.
Los trastornos psiquiátricos juegan un papel importante en las cifras de suicidio. La Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio (American Foundation for Suicide Prevention o AFSP, por sus siglas en inglés) afirma que al menos 90% de las personas que se quitan la vida tienen una enfermedad psiquiátrica diagnosticable y tratable, como depresión clínica, trastorno bipolar o algún otro trastorno depresivo. Mientras que los suicidios en adolescentes aumentan, se está llegando a comprender mejor que los niños también pueden sufrir depresión. De hecho, algunos cálculos sugieren que uno de cada diez niños sufrirá depresión antes de cumplir 10 años.
Nuevos estudios importantes se enfocan en predecir el comportamiento suicida mediante la revisión de los niveles del neurotransmisor serotonina. De acuerdo con J. John Mann, profesor de psiquiatría de la Universidad de Columbia y jefe del Departamento de Neurociencia del Instituto de Psiquiatría de Nueva York, los cerebros de más de 95% de los suicidas presentan una falta de serotonina. La AFSP reporta que existe «una clara relación... entre las bajas concentraciones de un metabolito de la serotonina, el ácido 5-hidroxindoleacético (5-HIAA), en el líquido cefalorraquídeo y una mayor incidencia de intentos de suicidio y suicidios cometidos en pacientes psiquiátricos».
El alcoholismo y la drogadicción están muy relacionados con la depresión y el suicidio. Muchas personas que padecen depresión deciden automedicarse, y con frecuencia lo hacen a través del abuso de sustancias. Los trastornos del estado de ánimo y las adicciones van de la mano. Un estudio mostró que las mujeres deprimidas tienen dos veces más posibilidades de desarrollar alcoholismo que las que no padecen depresión. El círculo vicioso es el siguiente: la depresión puede llevar al alcoholismo y el alcoholismo puede llevar a una depresión más profunda. De esta manera, el riesgo de suicidio relacionado con la depresión aumenta por el abuso concurrente de drogas y alcohol. Así que, mientras los investigadores intentan desarrollar pruebas que establezcan de manera confiable los niveles de serotonina en el cerebro como un factor de predisposición para el suicidio, las personas pueden hacer cambios en su vida que ayuden a aumentar los niveles del neurotransmisor y a disminuir las tendencias suicidas.