El Bien y el Mal
¿Las normas morales dependen del cristal con que se miran?
¿Qué ha pasado con la diferencia entre el bien y el mal?
De acuerdo con un autor, hemos perdido seriamente el rumbo y señala que somos como hombres a la deriva en el mar sin una brújula. Como resultado, los dilemas morales nos asedian mientras nos encontramos de cara al siglo XXI.
Algo ha salido terriblemente mal. Muchos de nosotros lo sabemos, pero nos evade aquello que podemos hacer al respecto.
¿Existe alguna manera de conocer la diferencia entre el bien y el mal? ¿Acaso la religión tiene algo más qué ofrecer? De vez en cuando escuchamos que las iglesias ya establecidas se encuentran confundidas, que con mucha frecuencia sus líderes no tienen nada qué decir que sea práctico o útil. ¿En dónde yace la verdad sobre estas cuestiones?
En los días previos a la Segunda Guerra Mundial las cosas eran diferentes. El mundo occidental estaba dominado por un particular sistema de valores.
En un libro titulado 1938: A World Vanishing [1938: Un mundo que se desvanece], Brian Cleeve escribió acerca de la diferencia entre la Gran Bretaña al entrar a la guerra y aquella en la que se había convertido alrededor de 50 años más tarde. Cleeve afirmó que: «Realmente había, como la nostalgia lo recuerda, un aire de mayor satisfacción, de una confianza más inquebrantable en el futuro. [Las personas] tenían una mayor reserva de certezas morales. El bien y el mal no eran cuestiones para debate».
Naturalmente, desde aquel entonces muchas cosas han cambiado. Hoy en día el bien y el mal son cuestiones en debate.
El fin de la Segunda Guerra Mundial fue un momento crucial y, aunque la moralidad de los años treinta no era perfecta, Cleeve observó que «cambiar una falsa moralidad por una moralidad totalmente inexistente no es en realidad un cambio para bien. Y, como sobreviviente de los años anteriores a la guerra, si me aventurara a expresar una opinión referente a una de las diferencias entre aquel entonces y la actualidad que no ha tenido buenos resultados tendría que elegir a la moralidad… la moralidad de creer que existen normas de conducta reales y objetivas, que existe lo que conocemos como virtudes y vicios, que ciertas cosas son indiscutiblemente buenas y que otras son indiscutiblemente malas».
Lo que ha ocurrido en la sociedad occidental contemporánea es una promoción de ideas democráticas que van más allá de la razón. Se ha observado con frecuencia que la democracia conlleva las semillas de su propia destrucción.
«En nuestro moderno afán por ser tolerantes, hemos llegado a tolerar aquello que ninguna otra sociedad puede tolerar y aún así continuar saludable».
«En nuestro moderno afán por ser tolerantes», afirma Cleeve, «hemos llegado a tolerar aquello que ninguna otra sociedad puede tolerar y aún así continuar saludable. En nuestra entendible ansiedad por no ser jueces, hemos llegado a creer que todos los juicios son malos. En nuestra aversión a la hipocresía y la falsa moral hemos abandonado a la misma moralidad. Y con modestas vacilaciones, pero firmes convicciones, sostengo que lo anterior no nos ha hecho más felices, sino al contrario. Somos como hombres en el mar sin una brújula».
Y continúa diciendo que: «En 1938, en Gran Bretaña, el hombre y la mujer promedio todavía poseían una muy buena noción de lo que era bueno y malo, en su vida personal, en la comunidad y en el mundo en general. Cuando por fin inició la guerra, era claro —y con justa razón— para las personas comunes y corrientes que eran convocadas para arriesgar su vida una guerra moral».
¿Ha llegado nuevamente el momento en que las personas comunes y corrientes deban hacer de las normas morales una cruzada personal? ¿Ha llegado el momento de dar la cara y dejar en claro que existe una diferencia entre el bien y el mal? Todos sabemos lo que ha estado ocurriendo alrededor del mundo. Nuestros líderes han sido incapaces de contener el flujo de violencia, de corrupción y de los muchos males de la vida moderna. ¿Por qué?
¿Podría ser que las respuestas no se encuentren en los líderes, sino que se encuentren en otro lugar, como en el terreno de la responsabilidad personal?
Hubo un tiempo en el mundo occidental en que podíamos recitar los Diez Mandamientos. Éstos se enseñaban en la escuela. Hubo una época en la que nuestros padres nos conducían por el camino al disciplinarnos por nuestro mal comportamiento.
Gran parte de nuestra moralidad se basaba en el Libro de libros: la Biblia. Tristemente, hoy en día muchos la consideran simplemente como una gran obra literaria.
Uno de los propósitos en Visión es ayudar a los lectores a empezar a entender la importancia práctica de la Biblia en los dilemas morales de la actualidad, pues consideramos que en sus páginas Dios ha revelado el camino que conduce al verdadero éxito y a la felicidad en la sociedad humana.