El Tabaco y la Salud Mental
Los efectos del tabaco en la salud física están bien documentados ―por ejemplo, cánceres de boca y pulmón, además de enfermedades del sistema respiratorio―, pero nuevas investigaciones están arrojando luz sobre los efectos del cigarrillo y el tabaco en la salud mental.
Un estudio, dirigido por el Profesor Mark Weiser del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Tel Aviv, comparó el coeficiente intelectual (IQ) de más de 20,000 hombres saludables de entre 18 y 21 años de edad enlistados en el Ejercito Israelí. Este estudio, el más grande de su tipo, mostró que los hombres que fumaban obtuvieron un puntaje promedio de cerca de siete puntos menos que sus colegas no fumadores. Algo de especial interés fue la comparación entre hermanos cuando uno de ellos fumaba y el otro no. En la mayoría de los casos se encontró que el hermano no fumador tenía un IQ más elevado.
Aunque este estudio mostró una conexión entre el consumo de tabaco y un IQ más bajo, no mostró que fumar provocara un IQ más bajo; sin embargo, una investigación dirigida por Debapriya Ghosh y Anirban Basu del Centro Nacional de Investigación Cerebral de la India (NBRC, por sus siglas en inglés) parece indicar una conexión distinta entre el consumo de tabaco y el daño cerebral. Los resultados de sus pruebas (tanto in vitro como in vivo) mostraron que la nitrosamina NNK, un procancerígeno comúnmente encontrado en el tabaco, promueve el desarrollo de una enfermedad inflamatoria del cerebro que «provoca daños neuronales subsecuentes». Los investigadores sugieren que la NNK ocasiona que los inmunocitos del cerebro (microglia) ataquen a las células sanas en lugar de a las células dañadas o enfermas.
Tal daño puede ser ocasionado por el tabaco, sea fumado o mascado. Incluso el humo de segunda mano contiene NNK, la cual puede ocasionar daño neural o cerebral.
Los nonatos también son afectados por el tabaco. Los efectos a largo plazo conocidos como causados por una exposición al tabaco de la madre incluyen un mayor riesgo de infecciones de oído, asma y otras enfermedades respiratorias. No obstante, el investigador finlandés Mikael Ekblad (del Hospital Universitario de Turku en Finlandia) y sus colegas condujeron un estudio «para evaluar la asociación entre el consumo de tabaco durante el embarazo y el volumen cerebral y la circunferencia de la cabeza en bebés con muy bajo peso al nacer y bebés demasiado prematuros».
El estudio, publicado en la revista pediátrica Journal of Pediatrics en su edición de febrero de 2010, concluyó: «La exposición prenatal al tabaco estuvo asociada con volúmenes considerablemente más pequeños del lóbulo frontal y cerebeloso en el cerebro de bebés prematuros. Esto concuerda con algunos reportes que muestran una asociación entre la exposición prenatal al tabaco y las deficiencias funcionales del cerebelo y el lóbulo frontal, tales como la emoción, el control de los impulsos y la atención».
Ekblad y otros analizaron también los expedientes médicos de bebés nacidos en Finlandia entre 1987 y 1989, así como los de sus madres. Los resultados de estos estudios (presentados en la reunión del año 2009 de las Sociedades Académicas Pediátricas de Vancouver, Columbia Británica, Canadá) muestran que se encontró un mayor uso de psicofármacos en los jóvenes adultos cuya madre fumó durante el embarazo. Tal exposición incrementó el riesgo de uso de tales fármacos, incluyendo aquéllos usados para tratar el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), la adicción y la depresión. De los jóvenes adultos cuya madre había fumado más de 10 cigarrillos al día durante su embarazo, más del 10% tomaba medicamentos para tratar la depresión. «Los jóvenes adultos expuestos al tabaco durante su gestación tuvieron un riesgo considerablemente mayor a consumir fármacos de uso psiquiátrico que los jóvenes adultos no expuestos». Los autores añadieron: «Nuestro estudio sugiere que prevenir la exposición prenatal al tabaco podría reducir los problemas psiquiátricos en los jóvenes adultos».
Los problemas para dormir en ocasiones están asociados con problemas de conducta y depresión en los niños, de modo que puede haber una conexión entre los estudios finlandeses y un estudio dirigido por Kristen Stone (del Centro Brown para el Estudio de Niños en Riesgo, Hospital de Mujeres y Niños en Providence, Rhode Island). Los autores concluyeron: «La exposición prenatal a la nicotina estuvo definitivamente asociada con niños con problemas persistentes para dormir durante los primeros 12 años de vida. La elección de este grupo de niños para esfuerzos educativos y de comportamiento con el propósito de prevenir y tratar los problemas para dormir es merecida dado que un buen sueño podría servir como un factor de protección para lograr otros resultados del desarrollo».
Desafortunadamente, es demasiado tarde para que estos niños tengan el mejor comienzo posible para una vida saludable, y los investigadores recomiendan que se les brinde ayuda adicional para compensar el déficit. Quizá sus madres no entendieron que el consumo de tabaco durante su embarazo exponía a sus hijos nonatos a riesgos físicos y mentales innecesarios, pero aquéllos que consumen tabaco por elección (ya sea fumado o mascado) también están tomando la decisión de incrementar su propio riesgo de daños en su salud física y mental.
Estos estudios y pruebas refuerzan lo que ya sabíamos acerca de los peligros físicos ocasionados por el tabaco, y añaden un nivel de preocupación más cerebral por la salud mental de quienes están expuestos al tabaco. La conclusión inteligente seria evitar por completo su consumo.