El Estado de Ánimo en Europa
Jeremy Rifkin es un renombrado crítico social. Ha escrito o colaborado en más de 16 libros sobre diferentes temas, desde el calentamiento global hasta nuestra preocupación por el tiempo, desde la ingeniería genética hasta la naturaleza cambiante del trabajo. Como presidente de la Fundación sobre las Tendencias Económicas [Foundation on Economic Trends], en Washington, D.C., ha sido asesor de políticos europeos, entre los que se encuentran el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, y el antiguo primer ministro francés, Michel Rocard. El editor de Visión, David Hulme, entrevistó al Sr. Rifkin acerca de su nuevo libro, El sueño europeo.
DH ¿Por qué eligió escribir acerca de la Unión Europea?
JR La Unión Europea (UE) es extraordinaria en diversos aspectos. Es el primer mega-experimento político en toda la historia que nació de las cenizas de la derrota más que de la corona de la victoria. Después de la Segunda Guerra Mundial los países europeos dijeron «ya basta» después de casi dos mil años de conflictos y decidieron crear un nuevo tipo de institución política que no se basara en la conquista, la expansión territorial o la destreza militar, sino en la cooperación y la vulnerabilidad y el riesgo compartidos.
La UE también es el primer espacio político trasnacional en toda la historia: 455 millones de personas unidas a través de 25 estados miembro. Cuando se obtiene un pasaporte de la UE se es ciudadano de una idea, no de un territorio. No existen precedentes en la historia para ello, con excepción, quizá, por el Sacro Imperio Romano, con el que hay algunos vagos paralelismos. En un mundo atrapado entre la antigua idea de que la lealtad y la identidad de las personas están íntimamente entrelazadas con el territorio, y el nuevo concepto de que la lealtad y la identidad son mucho más sofisticadas, trascendentales y globales, la UE es una institución híbrida entre ambos extremos. No es un súper-estado, pero tampoco es una institución global.
Además, los europeos se están dando cuenta de que en un mundo en donde las relaciones humanas son más compactas y cada individuo es más interdependiente, y en donde la tecnología fomenta el que las personas tengan una relación más estrecha y compartan un espacio, todos somos más vulnerables. Así que la UE también es el resultado de comprender que nadie puede hacer todo solo. Ésa es la visión actual, pero ello no significa que no falte un largo camino por recorrer hasta que esa visión sea una realidad.
DH ¿Cuáles son las principales diferencias entre el Sueño Americano y el Europeo?
JR Nosotros, los estadounidenses, definimos la libertad y la seguridad de una forma muy distinta a la de nuestros hermanos europeos. Hemos crecido con la idea de que la libertad es sinónimo de autonomía y movilidad. Es por eso que fuimos el primer país del mundo en adoptar la fabricación en serie de los automóviles y por lo que nos sentimos tan apegados a ellos. El automóvil representa esa libertad fundamental. Nuestros amigos europeos nos tildan de ser demasiado materialistas, pero para nosotros el dinero no es un fin en sí mismo, sino un medio para lograr un fin. Durante mucho tiempo hemos creído que mientras más dinero tengamos, más independientes podremos ser.
En Europa, la noción de libertad y seguridad es totalmente diferente. La libertad es un compromiso firme y continuo en las relaciones y el acceso a comunidades de sentido. Europa tiene una larga historia de paternalismo (la historia de la Iglesia Católica, de comunidades fortificadas y transmisiones hereditarias), así que su autonomía debía morir porque su autonomía significaba su aislamiento.
En segundo lugar, el Sueño Americano está estrechamente relacionado con el concepto de trabajo duro y eficiencia; vivimos y morimos conforme a la ética laboral. Los europeos prestan más atención al tiempo libre e incluso al ocio. Nosotros creemos que el ocio es casi un relajamiento moral y en Europa se considera un valor y un placer.
En segundo lugar, el Sueño Americano está estrechamente relacionado con el concepto de trabajo duro y eficiencia; vivimos y morimos conforme a la ética laboral. Los europeos prestan más atención al tiempo libre e incluso al ocio. Nosotros creemos que el ocio es casi un relajamiento moral y en Europa se considera un valor y un placer.
En Estados Unidos creemos (debido a nuestro pasado religioso) que en el mundo existen fuerzas del mal y damos mucha importancia al poder militar para que nos proteja de ellas. En Europa, debido a su largo historial de destrucción militar, se está desarrollando lo que esperan que sea el consenso entre todos los pueblos del mundo: la colaboración y el uso de otras herramientas de desarrollo para unir a las personas. Ellos son mucho más renuentes a usar la fuerza militar.
Nosotros somos más patriotas; nuestra identidad está más entrelazada con nuestro estado-nación. Los europeos hace mucho tiempo que han dejado a un lado ese fervor patriótico; su lealtad y su identidad son mucho más profundas y van de lo regional a lo global.
Y nosotros somos mucho más religiosos: dos terceras partes de los estadounidenses afirman que la religión es la parte más importante de su vida. En Europa, menos del 15% de la población es religiosa y apenas unos pocos creen en Dios. Europa es la región más secular del mundo.
DH Lo que está describiendo parece ser, en términos políticos, la diferencia entre idealismo y realidad.
JR Sí, aunque mis amigos europeos puedan decir que ellos son los verdaderos realistas. Y entonces los estadounidenses les responderíamos: «Bueno, sólo se trata de un castillo idealista en el aire; es una tontería utópica». A lo que los europeos dirían: «No, nosotros lo hemos hecho realidad. Hemos tomado dos mil años de guerra entre 25 naciones y hemos creado un estado político transnacional de cooperación». Ellos realmente están convencidos de que ésta es su mejor oportunidad, no sólo para superar la desesperación de generaciones de lucha, sino también para promover la esperanza y el optimismo entre las nuevas generaciones. Es cierto que sigue habiendo mucha angustia, discrepancias y recelos en la UE, pero sobre todo se percibe una emoción en el aire, algo muy similar a lo que pensaban las colonias estadounidenses cuando fundaron los Estados Unidos. Y así como nosotros tuvimos muchos problemas y dudas, pero nos las ingeniamos para encontrar el camino hacia un gran experimento llamado Estados Unidos de América, así también los Estados Unidos de Europa están iniciando un nuevo experimento. La diferencia es que ése es un espacio trasnacional y no un estado-nación.
DH Usted escribe que el Sueño Americano está sufriendo una muerte lenta
JR Mi familia es occidental y tiene muy arraigada la idea del Sueño Americano. Crecí con la idea de que uno puede marcar la diferencia si realmente se lo propone, independientemente de las circunstancias de su nacimiento. Lo que ha pasado es que en aquellas familias de clase media y alta que alcanzaron su sueño, los hijos consideran la idea del trabajo duro, la disciplina y el sacrificarse por el futuro como una metáfora menos apropiada. Existe una cierta sensación de contar con privilegios y poderes excesivos. Aparentemente creen que el Sueño Americano es un derecho, no una búsqueda.
Pero eso no es verdad para la generación actual de inmigrantes. Para quienes han llegado aquí y trabajan duro para tratar de salir adelante sin la ayuda de nadie, el Sueño Americano aún no ha sido alcanzado. Un tercio de la población estadounidense ya no cree en el Sueño Americano. En un país donde ése fue el adhesivo social que nos unió durante doscientos años, más allá de las religiones, las etnias, las culturas y las clases sociales, eso es extremadamente importante. Una vez que el adhesivo social pierde su efectividad, es poco lo que mantiene unida a la nación.
DH Usted menciona la «amplia participación» como un componente del enfoque europeo. ¿Cómo define usted el término?
JR El desarrollo de relaciones humanas; una comunidad en su sentido más amplio; el comprometerse con actividades encaminadas a fomentar relaciones humanas que sean independientes de los fines comerciales o políticos. En Europa, después del trabajo se lleva a cabo una tremenda cantidad de actividades. La mayoría de los europeos no define su identidad única y exclusivamente en términos comerciales, sino en términos de cultura y comunidad. En Estados Unidos, lo primero que pregunta la gente es: «¿A qué te dedicas y en dónde trabajas?»; en Europa hablan de dónde provienes, hablan acerca de la cultura y la identidad en ese sentido. Por eso se dice que los estadounidenses viven para trabajar y que los europeos trabajan para vivir.
DH Usted afirma que el Sueño Europeo es secular en el fondo, pero algunas partes de la recién expandida Europa parecen ser muy religiosas, Polonia y algunos otros países del antiguo Bloque del Este, por ejemplo.
JR Sin embargo en Polonia no se ve eso entre la generación de jóvenes; ellos se están volviendo tan seculares como en Italia y en los otros países católicos de Europa Occidental. Lo mismo está ocurriendo con todos los jóvenes de Europa. Lo irónico es que las sensibilidades europeas reflejan más la teología cristiana que las estadounidenses. Tomemos, por ejemplo, la pena capital. Tendemos a estar de acuerdo con el adagio del Antiguo Testamento de: «Ojo por ojo y diente por diente». Los estadounidenses cada vez nos acercamos más a la pena capital. En el pasado, cuando alguien era ejecutado, era un suceso poco común; ahora casi nadie le presta atención. En Europa, cuando un estadounidense es ejecutado, su prensa lo publica en primera plana. Para que un país pueda formar parte de la Unión Europea debe abolir la pena capital. Y son tan celosos con ello como lo fuimos nosotros al abolir la esclavitud. En cierta forma, en la Europa secular se ponen en práctica las enseñanzas de Cristo: «Cuando tú dices “ojo por ojo y diente por diente", yo digo “pon la otra mejilla"». En Estados Unidos profesamos una teología cristiana dominante, pero estamos menos comprometidos con el tipo de sensibilidades que enseñó Jesús. Ahí está la ironía.
DH ¿Qué diferencias espera que surjan con la admisión de la Turquía islámica en la UE, si eso llegara a ocurrir?
«En mi opinión, Europa tiene todo para convertirse en la superpotencia más competitiva del mundo entre el año 2010 y el 2020».
JR Tenemos entonces el problema de la inmigración. En mi opinión, Europa tiene todo para convertirse en la superpotencia más competitiva del mundo entre el año 2010 y el 2020. Está creando un mercado perfecto (transporte, comunicación, energía, educación), con el inglés como lengua franca entre la clase media. El problema es que alrededor del 2022 y 2023 la demografía empezará a minar su destreza económica. Europa no se reproduce: la tasa promedio de fertilidad es de 1.4. En Estados Unidos, la edad promedio en 2050 será de alrededor de 36 o 37 años; ahora es de 32. Por otro lado, si Europa sigue como hasta ahora, la edad promedio será de 52 o 54 años; habrá dos personas jubiladas por cada una que trabaje y no podrán proveer lo suficiente para mantener a la economía en movimiento. Se está convirtiendo en un hogar para ancianos. Así que tenemos un acertijo: suponiendo que las tasas de fertilidad no aumentaran por arte de magia, deberán abrir las puertas a la inmigración. Pero aunque invitaran a 50 millones de nuevos inmigrantes desde ahora hasta el 2050, ello no marcará una gran diferencia en su capacidad para mantener una economía saludable. Los europeos hablan de la diversidad multicultural, pero con el antisemitismo al alza y el tremendo sentimiento en contra de los musulmanes después del 11 de septiembre y del 11 de marzo, hay una brecha entre su sueño y su realidad, como sucede con el Sueño Americano.
Van a tener que aceptar la inmigración. Los primeros llegarán de Turquía, un país con 80 a 90 millones de musulmanes. También está África del Norte, que es islámica, y el Medio Oriente. Los europeos están preocupados; necesitan una nueva fuerza laboral, pero no quieren recibir multitudes y perder su propia identidad cultural, que es lo que temen que ocurra si se inundaran de inmigrantes.
DH A medida que el mundo se vuelve más interdependiente, ¿cuáles son las principales amenazas que vislumbra?
JR Yo diría que mientras nos acercamos a una era global, las nuevas condiciones universales serán la debilidad y la vulnerabilidad. Las personas estarán interconectadas de una manera mucho más estrecha, ya sea por elección o por casualidad, porque todos ya somos interdependientes. En esas condiciones el único adhesivo que podría mantenernos unidos sería la empatía. La empatía es una forma de identificarnos con la vulnerabilidad del otro. Nos identificamos con aquellas personas cuyo sufrimiento entendemos. Así que, en la medida que la vulnerabilidad sea la condición humana reconocible (y esto empieza a sonar como las enseñanzas de Cristo), la empatía será el adhesivo social. La conciencia global y los derechos humanos universales serían el sueño.
«Yo diría que mientras nos acercamos a una era global, las nuevas condiciones universales serán la debilidad y la vulnerabilidad».
Tenemos la esperanza de inculcar en los estadounidenses este nuevo tipo de sensibilidad global. Si pudiéramos asumir una responsabilidad personal, ese sentido de individualidad tan desarrollado en Estados Unidos, y la alejáramos del narcisismo, el materialismo y la codicia para acercarla a un espíritu global de mayordomía, tal vez podríamos llegar a estar en sintonía con los europeos, aunque desde una ruta distinta. La ruta para nosotros podrían ser las nociones cristianas en cuanto a la mayordomía. Si redefinimos el concepto de dominio como cuidar a los demás en lugar de controlarlos, entonces los estadounidenses podrían tomar un rumbo diferente. Podrían decir: «Somos muy individualistas, pero somos parte de la creación de Dios, parte del todo. También fuimos hechos a imagen de Dios y se nos ha dado libertad de elección, y nuestro verdadero papel consiste en elegir el volver a participar en la creación de Dios siendo mayordomos».
De esta manera, si empezara a destacar ese sentido profundo de individualidad de los estadounidenses, el volver a participar y ser testigos de «la llegada del reino», eso nos pondría de alguna forma en sintonía con los europeos..
DH Pero, ¿cómo se logra que las personas pongan en práctica estos principios?
JR Cuando estaba por terminar el libro me preguntaba, si los derechos humanos universales son realmente una expresión y codificación de la empatía («Reconocemos los derechos de los demás, sean mujeres, minorías o lo que sea»), ¿cómo crear un código moral universal que vaya de la mano con los derechos? Porque una cosa es tener derechos, pero si no existe un código moral de conducta que asuma la responsabilidad por ellos, entonces los derechos carecen de sentido. El problema en la era moderna, y ahora también en la era de la globalización, es que estamos tan estrechamente relacionados con todos y con todo lo demás, que muchas veces nuestra conducta personal puede ser inmoral (podríamos hablar de «cold evilNT» tanto en el sentido secular como teológico), pero no lo sabemos porque no pensamos en términos de las implicaciones finales y de los efectos de nuestra conducta en los demás. Ya sea que conduzcamos un vehículo deportivo utilitario o utilicemos zapatos Nike fabricados bajo explotación en Vietnam, ¿cómo empezar a desarrollar un enfoque sistemático para comprender cómo es que la manera en que nos comportamos afecta a todos los demás? Tendríamos que empezar por desarrollar sistemas de pensamiento y por ampliar las exigencias de la conducta moral, de tal forma que en verdad nos comprometamos apasionadamente con un código moral basado en la comprensión de las implicaciones de nuestra conducta.
DH Seguramente se tendría que empezar a nivel individual. El propietario de la fábrica vietnamita se preguntaría: «¿Estoy tratando a los demás como me gustaría que los demás me trataran a mi?»
JR Claro que sí. Se trata de la «Regla de Oro» y nada más. Siento que ésa es la mejor forma de medir el progreso humano. Deberíamos responsabilizar al propietario de la fábrica, pero también deberíamos de dejar de comprar esos zapatos salvo que pudiéramos presionarlo para que se hiciese responsable. Los «derechos humanos universales» pierden todo sentido a menos que desde pequeños se nos inculque y se nos capacite para comprender cómo es que nuestra conducta afecta a los demás o a algo más en un mundo tan compacto e interdependiente.
«Para ser sincero, no he platicado al respecto con muchas personas además de usted. Lo he incluido en mi libro y espero que alguien más lo perciba».
Para ser sincero, no he platicado al respecto con muchas personas además de usted. Lo he incluido en mi libro y espero que alguien más lo perciba. En un análisis final, si consideramos que la vulnerabilidad es una condición universal y que la empatía es el único adhesivo social, entonces al final surgen la fe y la razón. Entonces necesitaríamos tener un código de ejecución y de conducta moral que concuerde con él; de lo contrario, no va a funcionar. Reconozco que parece demasiado utópico e imposible; pero, por otro lado, imaginémonos que hace sólo trescientos o cuatrocientos años se propuso algo llamado «nación», que representaría a los ciudadanos que la conformaran, y que cada individuo tendría el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, y a que lo representaran, sin que entre ellos existiera un lazo de superioridad, sino de igualdad ante los ojos de la ley. Las personas habrían dicho: «Vamos, eso no va a pasar».
DH Con frecuencia aborda temas espirituales de una manera muy amplia en sus escritos. La mayoría de las personas no lo hacen. ¿Qué lo incita a tomar este enfoque?
JR No soy una persona religiosa, pero al pasar el tiempo me he dado cuenta de que las cosas importantes son aquéllas que tienen un valor intrínseco, no un valor de uso. Lo que me sorprende de todo este experimento terrenal, con todo el sufrimiento y la falta de humanidad, es que nos permite tener una mayor empatía. Y para tener empatía, primero se debe sufrir.
Esto se puede manejar a nivel de país. He pasado mucho tiempo en Alemania y he pensado mucho acerca de la experiencia alemana. Alemania no desea volver a sufrir una guerra. El aspecto positivo del Holocausto puede ser que las actuales generaciones de alemanes están resarciendo esa brutalidad tan severa diciendo: «Nunca más nos permitiremos tomar las armas. Desarrollaremos un mundo basado en la paz y la armonía, la integración y el respeto a los demás».
Mi esperanza con este libro es que el Sueño Europeo nos brinde un nuevo marco de referencia para empezar a lidiar con el Sueño Americano. Ése es el valor del que nunca se habla en Estados Unidos. Nunca decimos: «Quizá el sueño mismo es demasiado limitado para el siglo XXI». Tal vez si decimos: «Así es como lo hace Europa», ello se convierta en un espejo para nosotros, y para Europa, en una forma de descubrir quiénes son.