Construyendo la Paz
Al diplomático de carrera Uri Savir le apasiona la paz en Medio Oriente. Ha estado en la primera línea de los esfuerzos por conseguir la paz en Israel durante los últimos 15 años y es el asesor de toda la vida del ex primer ministro y actual presidente de su país, Shimon Peres.
Miembro de la Knéset de Israel de 1999 a 2001, Savir es presidente del Centro Peres para la Paz (Tel Aviv) y de Global Metro City, El Foro Glocal (The Glocal Forum) (Roma). Su más reciente libro, Peace First [La Paz es Primero] (2008), expone lo que él llama «un nuevo modelo» y proceso para lograr la paz permanente en Medio Oriente y otros lugares. Un volumen anterior, The Process [El Proceso] (1998), relata la historia detrás de cámaras de los Acuerdos de Oslo, y el New York Times lo nombró el Libro Notable del Año.
DH Antes de hablar acerca de su nuevo libro, Peace First, quisiera retroceder a los Acuerdos de Oslo de 1993 y pedirle que señale la lección más importante que aprendió como principal negociador israelí con los palestinos?
US Bueno, antes que nada, creo que aunque tuvo ciertos defectos y problemas, era el paso fundamental y correcto que se tenía que dar; en particular, porque teníamos que ponerle fin, gradualmente, a la ocupación de Cisjordania y Gaza, y los palestinos tenían que ponerle fin al rechazo de Israel, lo cual se logró. No se materializó por completo; hubo algunos problemas, no con el acuerdo, sino con su implementación, pero creo totalmente que si Rabin siguiera vivo, el gobierno de Rabin y Peres hubiera sido permanente tal y como estaba planeado.
DH Entonces, ¿la oposición política fue la raíz de dicha dificultad?
US Fue la oposición política y, en cierta medida, la oposición socioeconómica. Creo que, hasta cierto punto, era más una paz de la élite, y las brechas socioeconómicas en ambas sociedades se agrandaron en lugar de estrecharse. Fueron más las personas que cosecharon los frutos de la revolución por la paz en el área próspera al norte de Tel Aviv que al sur, o las personas de los rascacielos en Gaza que las personas en los campamentos de refugiados. Aquéllos que creyeron que no formaban parte de esta revolución se rebelaron, ya sea políticamente en Israel o violentamente en Palestina.
DH Usted escribió Peace First después de sufrir un derrame cerebral grave. ¿Por qué escribió el libro entonces y no antes?
US Ya había comenzado antes a escribirlo. Después atravesé un largo periodo de recuperación y escribir me ayudó. De alguna manera, cuando sufres, tu mente se concentra enormemente, y eso me ayudó… pero también ayudó al libro.
DH Un punto importante es que la pacificación necesita una reforma. ¿Por qué lo dice?
«La pacificación entre los gobiernos hoy en día no es suficiente, porque no se puede simplemente implementar por medio de un documento y un juego de poder que dirija su implementación. Se necesita la motivación del pueblo».
US Porque creo que debemos democratizar la paz. La pacificación entre los gobiernos hoy en día no es suficiente, porque no se puede simplemente implementar por medio de un documento y un juego de poder que dirija su implementación. Se necesita la motivación del pueblo. Y hay muy pocos aspectos en la pacificación y la construcción de la paz que motiven a los habitantes de los países para que estén a favor de la paz. Entonces tenemos que mezclar la pacificación con la construcción de la paz; el gobierno con la sociedad civil. La pacificación se lleva a cabo en gran medida como se hacía hace 50 o 100 años, cuando lo único que se compartía eran los recursos o los territorios. Esto no es lo que va a mantener la paz. Hay que crear una cultura de paz; hay que lograr que las personas promuevan la paz y hay que mejorar las situaciones económicas. Paradójicamente, mientras que la promoción de la guerra se ha modernizado en extremo —las herramientas de la guerra—, la pacificación sigue siendo más o menos trabajo de los abogados y los diplomáticos, de la misma manera que durante el gobierno de Bismarck.
DH Entonces ésa es la brecha que usted ve, ¿y la respuesta que propone refleja el mundo sin fronteras?
US Refleja un mundo en el que, debido a la globalización, el estado-nación se ha debilitado y la sociedad civil (el sector privado, las organizaciones no gubernamentales) y los gobiernos locales se han fortalecido.
DH Usted habla de la construcción de la paz y de la pacificación. ¿Cuál es la diferencia?
«La pacificación es un arte diplomático y se encarga de resolver problemas pasados. La construcción de la paz consiste en crear la paz futura por medio de proyectos conjuntos, de encuentros entre pueblos, de encuentros entre jóvenes, del turismo; porque una vez que se resuelven los problemas del pasado, se tiene que construir toda una nueva realidad, una realidad de paz...».
US La pacificación es un arte diplomático y se encarga de resolver problemas pasados. La construcción de la paz consiste en crear la paz futura por medio de proyectos conjuntos, de encuentros entre pueblos, de encuentros entre jóvenes, del turismo; porque una vez que se resuelven los problemas del pasado, se tiene que construir toda una nueva realidad, una realidad de paz, con elementos psicológicos, elementos sociales, elementos económicos y elementos culturales.
DH ¿La paz participativa es resultado de la construcción de la paz?
US Sí, absolutamente.
DH Entonces estamos hablando de cambiar la identidad propia que perciben las personas en la calle, para que participen en este proceso.
US Así es.
DH ¿Cómo funcionaría su modelo en el mundo que habitamos hoy, con trastornos económicos masivos en todas partes; con, por ejemplo, la creciente pobreza en lugares como Gaza? ¿Cómo combina esos dos aspectos? Usted comenta que este intento falló en los años noventa, en parte debido a problemas sociales y económicos. ¿La situación no es peor en la actualidad?
US Es peor porque no se hace de la manera correcta. Se debe invertir mucho más en el desarrollo económico, y aún más en el desarrollo económico bajo el amparo de la construcción de la paz, es decir, a través de proyectos conjuntos entre antiguos enemigos: conectar infraestructuras, promover el turismo, producir agua. Israel y Palestina recibieron una gran cantidad de dinero después de los Acuerdos de Oslo, pero cada uno para sus propios objetivos y muy poco fue destinado para proyectos conjuntos. El desarrollo económico necesita impulsarse a nivel regional; de lo contrario, la economía no crece. Si se trabaja por región, también se está creando un territorio para la paz.
DH Utiliza la frase «diplomacia creativa». ¿Insinúa que la diplomacia convencional carece de innovación?
US Muy a menudo las negociaciones se pueden comparar con una cirugía: cuentas con cierto activo y lo cortas por la mitad. Las cosas no deben hacerse así; se deben hacer con diplomacia creativa, incrementando la ganancia de los activos para ambas partes. Un ejemplo sería que un día Israel se retirara de los Altos del Golán y Estados Unidos creara una zona turística en ese lugar de la cual ambos se beneficiaran… eso es diplomacia creativa.
DH ¿Generalmente esa clase de actividad en Medio Oriente necesita un participante externo o un intermediario?
US Cuando se trata de economía, definitivamente sí. En cuestiones políticas, no necesariamente.
DH Al principio de su libro habla acerca de la naturaleza humana y los defectos estructurales que limitan el proceso de paz y los tratados que resultan del mismo. Estos dos aspectos parecen ser un enorme obstáculo. ¿Cómo se puede superar?
US Definitivamente lo son, pero cuando estamos al borde de dichos peligros (la unión del fundamentalismo con ideologías extremistas, con el terrorismo, con la proliferación de armas nucleares), debemos pensar en una manera de evitarlos. Espero que en las próximas elecciones en Estados Unidos se elija a un presidente con una nueva filosofía respecto a la pacificación.
DH ¿Qué hay del punto muerto sirio-israelí?
US Creo que los problemas respecto a la frontera son bastante claros; problemas de seguridad, lo que Israel aceptará o no en términos de la desmilitarización de gran parte de Siria… todos esos problemas están claros. Tendremos que participar en el comercio y en las relaciones diplomáticas y comerciales mutuas para conectar las infraestructuras. Cuando negocié con Siria en Maryland en 1996, era claro que estaban listos para forjar relaciones de comercio y turismo. No estoy seguro si la paz con Siria sería igual a la paz con Egipto. Podría ser, no una paz más cálida, sino una paz más activa, de cooperación.
DH ¿Cómo describe la paz con Egipto?
US Es una paz estratégica con fuertes intereses en común. El que no haya guerra es extremadamente importante, pero me hubiera gustado ver más relaciones económicas, comerciales y sociales.
DH ¿Qué hay de Líbano y Hezbolá? ¿Cómo llevarlos a la mesa de negociaciones en un esfuerzo por construir la paz?
US Hezbolá está fuera de la ecuación. Toda la cuestión de Líbano y Hezbolá dependería de Siria. Si se logra con Siria —y para lograrlo con Siria se necesita la participación de Estados Unidos (espero que ésta sea una de las lecciones del nuevo presidente)—, entonces también se resolvería el problema con Líbano.
DH Obviamente Israel está muy preocupado, como muchos otros, por lo que está sucediendo con el programa nuclear de Irán. Ese callejón sin salida parece ser un fracaso clásico de la diplomacia tradicional.
US No necesariamente. Tendremos que esperar y ver, pero también creo que tras las elecciones de Estados Unidos tendremos que esperar mejores relaciones transatlánticas entre Estados Unidos y Europa, las cuales aumentan mucho más la posibilidad de jugarse las cartas en cuanto a la diplomacia de estado de una manera más efectiva que la actual.
DH Uno de los aspectos de su nuevo modelo es hacer uso de la «glocalización». ¿A qué se refiere?
US Yo creo que la globalización era como una ilusión, que llevaría el desarrollo económico casi a todas partes, y traería la paz a nuestra época, pero no lo hizo. Dos terceras partes del mundo no están cosechando los frutos de la globalización. En gran medida, el mundo no globalizado se siente, por así decirlo, localizado, encerrado en su propia cultura, no como parte de la cultura occidental de los medios de comunicación. Tenemos que construir un puente entre el mundo globalizado y el mundo más localizado que se encuentra fuera de esa revolución. Llegué a la conclusión de que el puente entre ambos podría ser la ciudad y no el país. En gran medida, las ciudades unen las oportunidades globales, pero también las culturas locales. Es así como global y local se unen para convertirse en «glocal». He conectado a 150 ciudades que actualmente trabajan juntas como una red, y esto en gran medida ha convertido a sus gobernadores en diplomáticos modernos. A eso se le conoce como Foro Glocal.
DH ¿Cómo funciona?
US Cada año reunimos a docenas de gobernadores, incluyendo a los de ciudades en conflicto (de ambas partes de las áreas en conflicto), como el gobernador de Naplusa y el de Rishon Le Zion, el gobernador de Karachi y el de Delhi. Trabajamos entre ciudades ricas y ciudades pobres. De alguna manera, estamos pasando de las relaciones internacionales a las relaciones interurbanas.
DH Esto coincide con el concepto del mundo sin fronteras.
US Sí.
DH ¿Es ésta una manera de lograr lo que llama «una ecología de paz?»
«Una ecología de paz realmente se acerca mucho a la noción de una cultura de paz. A menudo se logra la paz, y la otra parte permanece deshumanizada y como un enemigo. Si deseas que la paz triunfe, tienes que crear un entorno en el que la otra parte se vuelva a humanizar y en el que la cooperación se vuelva legítima».
US Sí. Una ecología de paz realmente se acerca mucho a la noción de una cultura de paz. A menudo se logra la paz, y la otra parte permanece deshumanizada y como un enemigo. Si deseas que la paz triunfe, tienes que crear un entorno en el que la otra parte se vuelva a humanizar y en el que la cooperación se vuelva legítima.
DH Parece que se refiere a la aplicación práctica de amar al prójimo como a uno mismo. ¿Los valores religiosos instruyen lo que hace?
US Creo que los valores humanitarios en ocasiones forman parte de los valores religiosos, y algunas veces de los valores seculares, pero básicamente son los valores humanitarios… comprender la igualdad entre seres humanos, comprender que en un conflicto ambas partes sufren, que cada parte culpa a la otra de ser el agresor, y que, en realidad, hasta cierto grado todos tenemos un destino en común.