Las personas solas
¿Pensó alguna vez que el hecho de estar a solas puede derivar en una enfermedad mortal? ¿Qué deberíamos saber con respecto a la epidemia mundial de soledad y qué podemos hacer para ayudar a quien tal vez esté padeciendo de esta debilitante afección?
La mayoría de la gente acepta que fumar cigarrillos es malo para la salud. Y existen razones para ello. Tras décadas de investigación, los Centros Estadounidenses para el Control y la Prevención de Enfermedades advierten que fumar «daña a casi todos los órganos del cuerpo, causa muchas enfermedades, y en general reduce la salud de los fumadores». El Servicio Nacional de Salud del Reino Unido es aún más directo; declara que «cada cigarrillo que uno fuma es nocivo».
Muy poco sabido es —en parte porque la investigación no ha sido tan difundida— que es posible que la soledad sea igualmente nociva para la salud humana. Douglas Nemecek, director médico de salud conductual en Cigna, señala que «la soledad tiene el mismo efecto sobre la mortalidad que fumarse quince cigarrillos al día, lo cual la hace hasta más peligrosa que la obesidad».
Para comprender mejor la soledad como problema de alcance mundial, consideremos algunos de sus aspectos —definición, alcance, factores desencadenantes, efectos—, al mismo tiempo que algunos antídotos para esta enfermedad que tiene consecuencias potencialmente mortales.
«Es necesario que nos ocupemos de la soledad. Está —literalmente— matándonos».
¿Qué es la soledad?
Las definiciones de soledad según los diccionarios proveen interpretaciones concisas y a la vez imprecisas del término. Los Oxford Living Dictionaries, por ejemplo, la definen como «tristeza por no tener amigos o compañía». A medida que la soledad se vuelve más generalizada, se ha procurado lograr una definición más precisa, proporcionando una mejor comprensión del término a la vez que la identificación de su problema de fondo. Una enciclopedia ofrece un poco más de información que el diccionario promedio. Louise Hawkley, una de las científicas investigadoras principales y colaboradora de Britannica.com, define la soledad desde una perspectiva psicológica, como una «experiencia angustiante que ocurre cuando alguien percibe que sus relaciones sociales son menos de lo que desea, tanto en cuanto a cantidad como, y especialmente, en cuanto a calidad». La tristeza puede resultar una «experiencia angustiante» cuando la soledad de una persona equivale a no tener relaciones significativas.
Es importante comprender que la soledad afecta a millones de personas y no está concentrada en una región geográfica en particular. Nemecek sostiene que «se considera solos a la mayoría de los estadounidenses», mientras que una encuesta internacional llevada a cabo por la Fundación Kaiser muestra que aunque en Japón solo nueve de cada cien personas dicen sentirse solas, la gravedad del problema es mayor. Una organización australiana, Jean Hailes for Women’s Health, señala que «como indicador del problema mundial en que la soledad se ha convertido, [en 2018] Gran Bretaña nombró su primera ministra de Soledad con el fin de abordar este creciente problema; y en Australia, el Gobierno Federal recientemente anunció la asignación de $46.100.000 en fondos para el programa nacional de visitantes comunitarios, con el propósito de ayudar a combatir la soledad y el aislamiento social».
Comentarios como estos apenas comienzan a destacar el alcance mundial del problema, aunque claramente señalan no solo la gravedad de lo que algunos consideran como un creciente problema de salud, sino también el grado de compromiso mostrado por la comunidad de la salud y los gobiernos nacionales para contrarrestarlo.
Factores desencadenantes de la soledad
Como suele ocurrir ante los problemas de la vida, un planteamiento proactivo de prevención es una mejor alternativa que un intento de tratamiento reactivo. Esto significa hacerse cargo de la situación antes de que la soledad se asiente, en vez de responder a ella después del hecho.
Por ejemplo, cuando una persona ya mayor pierde a su cónyuge después de décadas de matrimonio, este hecho puede desencadenar casi de inmediato la sensación de soledad, y su condición puede caer rápido en una espiral descendente. De vez en cuando oímos cosas como «él falleció poco después que ella», y a menudo, la causa puede en parte rastrearse hasta la intensa sensación de abandono que por lo general experimenta el cónyuge afligido en los días y semanas siguientes al momento en que todos se fueron del lugar donde se celebrara el servicio funerario. Un amigo o familiar proactivo, viendo la posibilidad de la soledad en ciernes podría proporcionar interacción auténtica y constante, mientras la persona afligida enfrenta los cambios significativos que siguen a la pérdida. Semejante respuesta bien pudiera alargar una vida. ¿Qué si esto se repitiera a escala global? ¿A cuántas personas se podría ayudar?
Por supuesto, no todas las situaciones son idénticas. Por ejemplo, no todas las personas que pierden a su cónyuge son de edad avanzada. Ni todos los matrimonios duran décadas. La Cruz Roja Británica, juntamente con el grupo de consumidores británicos Co-op, encomendaron un estudio en 2016 titulado Trapped in a Bubble: An Investigation Into Triggers for Loneliness in the UK (Atrapados en una burbuja: Investigación sobre los factores desencadenantes de la soledad en el Reino Unido). El estudio concluyó que los factores desencadenantes son individuales y multifacéticos, y que pueden resultar en una afección crónica.
Los investigadores establecieron cuatro conductores, cada uno abarcando una serie de factores que, al ser alterados o comprometidos, pueden contribuir al problema.
Por ejemplo, puede que el sentido de identidad de una persona se quiebre al perder un amigo o una amiga que ha sido fundamental en su vida social. Esa amistad cercenada puede afectar las oportunidades para otras conexiones, ya que es posible que los hábitos que antes vinculaban al individuo con los círculos sociales y culturales de la comunidad se hayan interrumpido. Es entonces cuando la soledad se asienta. Otras transiciones de la vida pueden asimismo erigir barreras a la conexión. Los autores del citado estudio señalan: «Vimos una compleja interacción entre estos impulsores (el individuo, la comunidad, el nivel social), y entre los factores dentro de cada impulsor».
Conductores de soledad y barreras a la conexión
1. Individuales
- Sentido de identidad
- Salud
- Ingresos
- Energía
- Confianza
- Emociones
- Percepciones
2. Conexiones
- Amigos y conocidos
- Familia
- Colegas
3. Comunidad
- Actividades sociales
- Recortes de fondos
- Servicios reglamentarios
- Transporte
- Seguridad vecinal
4. Sociedad
- Normas sociales y culturales
- Equilibrio entre la vida laboral y la personal
- Estigma
- Era digital
- Comunidades aisladas
- Panorama político
- Dificultades económicas
Efectos
Como ya se ha notado, una vez que la soledad se ha desencadenado, sus efectos pueden ser graves. Un artículo en el sitio web de la clínica Cleveland cita lo que al respecto dice la psicóloga clínica Amy Sullivan: «Cuando uno experimenta soledad, sus niveles de cortisol, una de las hormonas del estrés, se elevan. El cortisol puede afectar el rendimiento cognitivo, comprometer el sistema inmune e incrementar el riesgo de problemas vasculares, inflamación y cardiopatía». El artículo agrega: «la soledad es también un factor de riesgo para problemas más graves de salud mental, tales como la depresión y la ansiedad».
Los autores del estudio hecho por la Cruz Roja británica y otros colaboradores coinciden al respecto: «la soledad afecta la salud física y el bienestar de la persona que la experimenta, repercute en cómo un individuo piensa y se siente e influye en cómo actúa. La soledad causa o exacerba síntomas graves tales como enfermedades físicas y mentales, ansiedad y emoción negativa, autoaislamiento, estrés, etc. En los peores casos, la soledad fue relacionada con tendencias suicidas de algunos participantes».
Sin embargo, el asunto es aún más complicado. Según un estudio de 2018, «los informes sobre problemas de salud física y mental son mucho más comunes entre quienes experimentan soledad que en otros». La pregunta es ¿qué causa qué? ¿Son los problemas de salud física y mental los que causan la soledad o es al contrario? En un artículo que comentaba el informe, The Economist sugiere que «puede que la gente enferma sea más propensa a estar sola». Y continúa diciendo: «La investigación a cargo de Marko Elovainio de la Universidad de Helsinki y colegas, usando el UK Biobank, una base de datos voluntaria de cientos de miles de personas, sugiere que la relación corre en ambas direcciones: la soledad lleva a la mala salud y viceversa».
Soluciones potenciales
Así como la soledad se puede desencadenar en infinidad de formas, son muchos los métodos para contrarrestar el problema. Varias de las soluciones propuestas merecen ser consideradas.
Pack Health es una plataforma digital de consejos para la salud creada para ayudar a la gente a lidiar con sus enfermedades crónicas. En su página de inicio presenta un mensaje sencillo que reza: «La mejora de la salud comienza con conversaciones básicas».
Su fundador, Will Wright, que en sí había sufrido una enfermedad crónica, decía en una charla TEDx de marzo de 2017, que a menudo se aconseja a las personas solas «dejar de lado el teléfono, enviar menos mensajes por correo electrónico, desconectarse de las redes sociales virtuales, y salir y encontrarse con la gente»; aunque que él encuentra esto no solo insensible y desconsiderado, sino nada realista, teniendo en cuenta cuán arraigada está la tecnología en nuestras vidas. En vez de ello —dijo— su equipo se dispuso a luchar contra las enfermedades crónicas y la soledad que la acompaña, adoptando las conexiones digitales que ya están a disposición de la gente. Los instructores de Pack Health enviaban mensajes de texto, hacían llamadas telefónicas y mandaban mensajes por correo electrónico a sus clientes, y amplificaban el efecto al hacerlos responsables de adoptar medidas positivas para hacer buenas decisiones en pro de su salud.
Según sus propias estimaciones, sus esfuerzos añadieron un promedio de un año y medio de vida a cada persona con la que habían trabajado. Ellos adjudicaron su éxito al hecho de haber usado la tecnología para brindar relaciones auténticas y significativas a las personas solas y crónicamente enfermas.
En Europa, una organización llamada No Isolation (Aislado Nunca) también ha adoptado el uso de la tecnología para contrarrestar la soledad. Pocos meses después de la charla de Wright, la fundadora y directora general de No Isolation Karen Dolva explicó, también en una charla de TEDx, que su contribución a acabar con la soledad consiste en «crear tecnología para grupos pequeños, que tenga en cuenta sus necesidades y capacidades reales, tecnología que pueda fomentar el contacto cara a cara».
«Como humanos estamos fundamentalmente formados para ser parte de un grupo. Estamos fundamentalmente formados para depender de otros y tener otros que dependan de nosotros».
A ese fin, No Isolation ha creado un robot telepresencial conocido como AV1, diseñado para ser «los ojos, los oídos y la voz del niño en el aula» cuando su presencia física en la escuela es imposible a causa de un problema de salud de larga duración.
Para personas de edad avanzada, específicamente aquellos que tienen dificultades con la tecnología, No Isolation ofrece un producto premiado llamado KOMP (parecido a la televisión retro) que permite a los hijos y nietos conocedores de la tecnología compartir fotos y mantenerse en contacto digitalmente con padres y abuelos que poco o nada saben de esa tecnología.
Estos instrumentos constituyen un puente para salvar la brecha generacional y contrarrestar la soledad mediante, de nuevo, la facilitación de relaciones significativas con interacciones auténticas.
El antídoto para la soledad
Es fácil decir que quienes sufren de soledad solo necesitan esforzarse más para superar sus problemas y colocarse en el camino de otras personas. Pero quienes han estado solos probablemente dirán que no es tan fácil.
Para el resto de nosotros, a nivel local, el antídoto más eficaz para la soledad consiste en hacer lo que nosotros mismos podamos para ofrecer relaciones significativas y auténticas a quienes, dentro de nuestra esfera de influencia, estén solos o en peligro de llegar a estarlo. Según el 2018 Cigna U.S. Loneliness Index (Índice de soledad en los EE.UU., publicado en 2018 por Cigna), «quienes tienen interacciones cara a cara frecuentes y significativas tienen puntajes de soledad mucho más bajos que quienes pocas veces interactúan con otros en forma presencial». Quienes no están solos se encuentran en mejor posición para dar el primer paso.
Esto trae a la mente una cita de Génesis: «No es bueno que el hombre esté solo». Y nos recuerda otro antiguo principio, también tomado de la Biblia: que somos guardas de nuestro hermano y que como seres humanos, independientemente del género, la nacionalidad, la raza, etc., tenemos la responsabilidad de cuidar unos de otros del modo en que desearíamos que se nos cuidara.
La investigación científica actual confirma estos antiguos principios, cada uno de los cuales conlleva el antídoto fundamental para la epidemia mundial de la soledad: estar para los demás; interactuar con ellos; velar por sus necesidades; ayudarles a comprender que no están solos mientras luchan con cualesquiera dificultades o problemas que puede que estén enfrentando.