Los Fundamentos de la Caridad
El terremoto ocurrido en Haití a inicios de este año y la subsiguiente devastación en ese lugar dieron como resultado lo que ahora se ha vuelto una respuesta familiar: la donación de grandes sumas de dinero para llevar ayuda humanitaria. El papel que juegan los medios de comunicación del mundo para atraer la atención a tales desastres es evidente. La cobertura de las noticias, transmitidas por televisión, radio, teléfonos celulares y computadoras, así como en la prensa, nos ayuda a sentir de cerca y de manera personal el sufrimiento que podría estar ocurriendo a miles de kilómetros de distancia. Hace aproximadamente 30 años, el poeta inglés Steve Turner escribió They Had It Coming [Se lo merecían], en donde destacó lo que él consideraba una ambivalencia del mundo occidental hacia quienes se ven envueltos en esas terribles condiciones:
«Los de Medio Oriente y Sudamérica fueron creados para parecer angustiados, la madre clamando a Dios y los hijos sólo llorando. Los terremotos les brindan la oportunidad de hacerlo.
Por otro lado, los occidentales fueron creados para reír en carros veloces y con bellos amigos.
Fueron creados para beber y gastar dinero.
No alteremos el equilibrio de la naturaleza».
Desde ese momento la conciencia del mundo ha cambiado. Ha habido fuertes torrentes de ayuda a gran escala, algunas veces mediante conciertos planeados y eventos en vivo, y en otras ocasiones con donaciones más espontáneas. Algunas celebridades utilizan su estatus para concientizarnos más sobre las dificultades que enfrentan otros en el mundo. Aunque muchos piensan que la cobertura de algunos medios de comunicación es impertinente, el efecto final es que quienes se encuentran en medio de la catástrofe dejan de ser rostros desconocidos que viven en lugares oscuros y se convierten en gente real que siente desesperación y experimenta el dolor de la misma forma que todos lo hacemos, y entonces sentimos empatía con ellos y damos a manos llenas.
De acuerdo con el sitio Web de noticias BBC News, el 18 de enero pasado la Comisión de Emergencias y Desastres (DEC, por sus siglas en inglés) declaró que los británicos habían donado 23 millones de libras a la causa de Haití, lo que estuvo por encima de los 20 millones prometidos por el gobierno británico. El DEC es un grupo paraguas que representa a 13 de las principales instituciones de ayuda del Reino Unido y cuyo total acumulado de donaciones para Haití, según lo publicado en su sitio Web al momento de escribir este artículo, fue de 94 millones de libras. Y en muchos otros países occidentales acaudalados se ha observado una respuesta similar.
La mayoría de las personas carece de las habilidades o los recursos como para dirigirse a las zonas de desastre para trabajar como parte del equipo de búsqueda y rescate o para ofrecer ayuda médica de emergencia, pero hace lo que está en sus manos, donando lo que puede en la medida de sus posibilidades. Es probable que muchos se sientan bien al hacer un donativo, felices de saber que de alguna manera están contribuyendo y haciendo la diferencia aunque, tristemente, hay ocasiones en que nos queda un dejo amargo cuando el bien que creíamos que estábamos haciendo se ve minado porque otros explotan nuestra generosidad.
Informes recientes han generado inquietudes respecto al uso final de los fondos donados para brindar ayuda de emergencia durante la hambruna en Etiopía en 1984-1985. La campaña Band Aid y los conciertos Live Aid ayudaron a crear conciencia y recaudar fondos para comprar alimentos para Etiopía y otros países africanos. Estos esfuerzos ayudaron a generar alrededor de 170 millones de libras (250 millones de dólares); sin embargo, el reportero de radio de la BBC Martin Plaut entrevistó a Aregawi Berbe, ex comandante del Frente de Liberación Popular de Tigray, quien dijo que solamente el 5% del dinero recaudado se utilizó para alimentar a los hambrientos, y que el resto se usó para comprar armas para el ejército rebelde. Plaut asegura que ha estado recibiendo corroboración de estas afirmaciones por parte de otras fuentes. Sir Bob Geldof, quien encabezó el esquema de recaudación de fondos de Live Aid, rechazó airadamente lo anterior y declaró a The Times del Reino Unido que eso no ocurrió a tal escala, aunque sí reconoció que «es posible que... se haya perdido algo de dinero». Cualquiera que sea la verdad acerca de esta situación en particular, mucha gente tiene una preocupación real sobre cuán efectivamente se utilizan sus donativos.
Esas deficiencias han conducido en épocas recientes a un cambio significativo en lo que se refiere a las donaciones caritativas. Aunque es verdad que muchos donan como resultado de grandes eventos televisivos que reúnen apoyo del público, a menudo con celebridades que participan en retos físicos, también es real que no todos son felices a la hora de meter la mano en su bolsillo y dar dinero sin antes preguntar y obtener respuesta a las difíciles preguntas relacionadas con la rendición de cuentas. Con ayuda de la Internet y el fácil acceso a la información, ha surgido un gran número de organizaciones que han asumido la responsabilidad de clasificar a las diversas instituciones de beneficencia y de supervisar sus actividades. Una de ellas es Intelligent Giving, que busca dar a los donadores y posibles donadores un panorama general de lo que hacen las instituciones de beneficencia, cómo lo hacen y cuán probable es que gasten los donativos recibidos de una manera consistente con las expectativas de los donadores. Intelligent Giving genera una Calificación en la Calidad de Reporte basada en 43 criterios diferentes, tales como una clara explicación de cómo es que sus actividades del año beneficiaron a los usuarios, un reporte de la remuneración y los gastos del consejo de administración, y una explicación de las políticas de concesión de subvenciones de las instituciones de beneficencia.
En un giro interesante, Paul Niehaus, el entonces compañero de verano de Charles G. Koch en el Centro de Investigación de Capital (Capital Research Center), en su artículo Rating the Charity Raters [Evaluación de Evaluadores de Beneficencia] referente a los sitios Web que evalúan a las instituciones de beneficencia, pregunta: «¿Alguna es buena?». Niehaus hace una crítica de dos sitios Web, Charity Navigator y MinistryWatch.com, en la que realiza una evaluación equilibrada de las fortalezas y debilidades de ambos sitios. Él dirige la atención en particular hacia una confianza excesiva en los datos financieros y a que también se requiere una evaluación cualitativa. Por ejemplo, el sitio Charity Navigator señala: «En este momento, evaluar la efectividad de los programas de beneficencia está fuera de nuestro alcance». En contraste, Niehaus afirma que « el Centro de Investigación de Capital [CIC] ofrece un tipo diferente de evaluación sin fines de lucro. El CIC considera que los donadores deberían revisar la misión y las tácticas de una organización sin fines lucrativos, y no sólo su situación financiera». También argumenta que la evaluación conlleva riesgos y que no existen respuestas simples para los donadores; de hecho, para Niehaus se requiere la sabiduría de Salomón para realizar buenos donativos a la caridad.
Geldolf dijo a The Times del Reino Unido que sería una tragedia si las personas dejaran de donar debido a las acusaciones de malversación de fondos en Etiopía. Ése es el peligro real. Continuando con las revelaciones de corrupción, muchos de los comentarios que recibe TimesOnline de parte de sus lectores indican un nivel de escepticismo y, de hecho, también de cinismo; pero dar la espalda a quienes se encuentran en necesidad no es una opción. Es interesante observar que fue el Rey Salomón quien dijo en Proverbios 19:17: «A Jehová presta el que da al pobre». Salomón entendía que no existimos en un aislamiento glorioso, como si nuestras acciones sólo nos afectaran a nosotros mismos, y que Dios toma lo que hacemos de manera personal. Las palabras de Jesús en Mateo 25:31-46 muestran que la forma en que nos tratemos unos a otros es algo que Él usará en el futuro para juzgarnos. En esta sección de la Biblia Jesús alaba y condena a aquellos que, por ejemplo, le dieron o no de comer cuando estuvo hambriento, de beber cuando estuvo sediento y lo cubrieron cuando estuvo desnudo. Asombrada, la gente le preguntó cuándo ocurrió esto, y Su respuesta fue: «En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis».
No cabe duda de que las emergencias repentinas y las subsiguientes peticiones de ayuda seguirán surgiendo. Las áreas con las dificultades a más largo plazo también serán una característica constante de nuestro mundo. Cuánto demos en dichas situaciones y a quién le donemos requerirá nuestro mejor esfuerzo para estar tan seguros como sea posible de que estamos donando sabia y efectivamente. Se necesita una nueva forma de pensar, no solamente de parte de quienes ofrecen ayuda, sino también de quienes la reciben.