Marihuana: ¿Droga manejable o hierba maligna?
La marihuana, las flores, tallos, hojas y semillas del cáñamo Cannabis sativa se han utilizado ampliamente durante miles de años tanto con fines recreativos como supuestamente medicinales. El resumen ejecutivo del Informe Mundial sobre Drogas 2007 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) afirma que «el cannabis representa, por mucho, el mayor mercado de sustancias prohibidas con alrededor de 160 millones de consumidores al año […] Los informes recibidos por la UNODC sugieren que al menos 172 países y territorios producen esta planta». Los cálculos de la UNODC indican que la producción mundial de cannabis está disminuyendo, lo cual se podría deber a que ha aumentado su erradicación; sin embargo, el conocimiento científico y la percepción pública de los peligros del uso de la marihuana también están sufriendo un cambio destacable.
Hace 12 años, la revista médica británica The Lancet publicó que «Fumar cannabis, incluso a largo plazo, no es perjudicial para la salud» (11 de noviembre de 1995). Aunque esta cita parece contradecir al sentido común, a menudo la emplean aquéllos que apoyan la legalización de su consumo. Lo que con frecuencia se omite es la actualización: tres años después, The Lancet matizó su opinión y presentó un informe en dos partes acerca de los efectos secundarios de la marihuana. Desde entonces se ha aprendido todavía más acerca de los peligros del uso de la marihuana. La conclusión de un artículo publicado el 28 de julio de 2007 en The Lancet es una advertencia para los jóvenes: «El uso de cannabis podría incrementar en más de 40% el riesgo de desarrollar una psicosis en años posteriores». El peligro parece ser más grave para quienes tienen una predisposición genética a padecer trastornos psicóticos.
Se ha demostrado que el tetrahidrocanabinol (THC), que se encuentra en el cannabis, produce síntomas psicóticos temporales, incluyendo delirios paranoicos y alucinaciones en algunos consumidores. La marihuana por lo general se fuma y los efectos dañinos del humo en los pulmones están bien documentados; no obstante, los efectos sicóticos parecen ser más intensos cuando el THC se consume oralmente (en té o cápsulas). Aunque otra sustancia de la marihuana (el canabidiol o CBD) es un relajante y se cree que a lo largo de la historia se ha utilizado para calmar a los esquizofrénicos, un estudio reciente realizado por la Universidad de Yale indicó que el uso de cannabis en realidad exacerba la paranoia y la ansiedad.
Otros estudios recientes muestran que los efectos cardiovasculares incluyen un aumento en la frecuencia cardiaca y cambios en la presión arterial, con un mayor riesgo de infartos. Además, los fumadores jóvenes de cannabis también podrían correr un mayor riesgo de desarrollar bronquitis crónica, enfisema y una variedad de otros padecimientos posteriormente en su vida.
De acuerdo con un informe emitido en 2002 por la Asociación Pulmonar Británica (British Lung Association o BLA, por su sigla en inglés), «el alquitrán de un cigarrillo de cannabis contiene muchos (e incluso en mayores concentraciones) de los mismos compuestos carcinógenos encontrados en el humo de los cigarrillos de tabaco y deposita cuatro veces más alquitrán en las vías respiratorias en comparación con un cigarrillo sin filtro del mismo peso. Esto incrementa la exposición de los fumadores de marihuana a partículas que se sabe están involucradas en el desarrollo del cáncer pulmonar». Estos fumadores generalmente inhalan con más profundidad y conservan el humo en sus pulmones por más tiempo que quienes fuman tabaco. Los porros por lo general no tienen filtros y el humo sin filtrar tiene una mayor temperatura. La conclusión lógica es que fumar marihuana es incluso más letal que fumar tabaco.
Los alarmantes resultados de un estudio de tres años en fumadores de cannabis en Nueva Zelanda publicado en la revista Thorax fueron noticias de primera plana en julio de 2007. Un resumen informa que, «al medir la obstrucción de las vías respiratorias, un porro tiene un efecto similar a entre 2.5 y 6 cigarrillos de tabaco. Fumar marihuana también está asociado con una menor densidad pulmonar observada en tomografías computarizadas de alta definición».
Para contrarrestar este problema, algunos usuarios utilizan pipas de agua u otros filtros pensando que es más seguro que fumar porros, pero después de un estudio sobre pipas de agua y vaporizadores, el boletín de la Asociación Multidisciplinaria de Estudios Alucinógenos (Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies) informó lo contrario: «Por desgracia, las pipas de agua mostraron ser peores que un porro sin filtro. La pipa de agua menos perjudicial, el bong, producía 30% más alquitrán por canabinoides que un porro sin filtro. Irónicamente, la pipa con la mezcladora eléctrica fue la que obtuvo las peores calificaciones de todos los dispositivos. Esto sugiere que, en realidad, la filtración de agua es contraproducente, aparentemente debido a que el agua tiende a absorber THC con más facilidad que el tóxico alquitrán. Como las pipas de agua, el filtro del cigarrillo también tuvo peores resultados que el porro sin filtro (cerca de un 30%). Los investigadores especulan que esto se debe a que los canabinoides son excepcionalmente pegajosos y se adhieren a otros sólidos. Por lo tanto, cualquier sistema de filtración que atrape partículas también es probable que también cribe canabinoides». Así que los consumidores sólo fuman más para obtener la cantidad de CBD necesaria para tener los efectos deseados.
Tales efectos podrían ser útiles para controlar el dolor y las náuseas de los enfermos terminales. Los científicos farmacéuticos han sintetizado el THC (Marinol) y han creado con él un aerosol para uso médico. Estos medicamentos controlados son sometidos a prueba para conocer su potencia y en busca de impurezas peligrosas como pesticidas tóxicos, y no para fines frívolos.
Ya sea fumado, ingerido, inhalado o administrado por vía subcutánea, el cannabis no es la droga manejable que se pensó una vez. En marzo de 2007 el diario británico Independent on Sunday cambió la postura liberal que había llevado durante diez años acerca de la marihuana debido a «la cada vez mayor evidencia del riesgo psicológico que presenta el cannabis». Un viaje por los efectos «recreativos» del cannabis quizás no lo mate, pero sí podría ser un viaje sin retorno para su mente.