¿Quien Soy? La Interrogante a la Violencia Juvenil
«En la violencia olvidamos quiénes somos», escribió la novelista norteamericana y crítica literaria Mary McCarthy en 1961. Su acusación estaba dirigida a los escritores que llegaron a depender fuertemente de la «sensación» y habían «perdido interés por lo social», salvo que se había convertido en algo más relevante en un mundo en donde el enfoque a lo sensacional había escapado de lo ficticio para permear la vida real. Además tristemente, la preocupación de perderse a sí mismo en la violencia se ha tornado relevante para los niños así como siempre lo ha sido para los adultos. Casi después de medio siglo que McCarthy escribió, existe una razón para creer que demasiados jóvenes—a pesar de cualquier cantidad de páginas de perfil que puedan tener en sitios de redes sociales como Facebook, MySpace o Bebo—puedan no estar seguros de su propia identidad.
«Los niños son más agresivos y crecen con más posibilidades de llegar a involucrarse en la violencia—ya sea como victimarios o como víctimas—si presencian actos de violencia. El hogar es el lugar de proliferación más fértil con esta situación».
Aunque es peligroso hacer simples extrapolaciones de las estadísticas en violencia juvenil, reportes noticiosos en todo el mundo, simplemente dentro de los dos últimos años, no obstante presentan una imagen que es perturbadora para muchos.
«Delincuencia Juvenil Violenta Aumenta un Tercio», acertó en enero 2008 un encabezado en la edición en línea del U.K.’s Teleghraph. Debajo del encabezado las estadísticas estaban ilustrando que el número de crímenes violentos entre el 2003 y el 2006 cometidos por jóvenes británicos había incrementado en un 37 por ciento. Y no se quedan cortas las noticias posteriores, mostrando que el problema persiste. Una búsqueda superficial de los reportes británicos de noticias publicado en el 2008 y el 2009 descubren lo siguiente:
2 de enero de 2008: Padre de dos, Ron Sharples de 52 años de edad, muere después de haber sido asaltado por un grupo de jóvenes mientras buscaba su perro.
16 de enero de 2008: Corte británica encuentra culpables a tres adolescentes de asesinar a Garry Newlove de 47 años de edad. Padre de tres había salido de su casa para hablar con un grupo de adolescentes quien él creía habían estado destruyendo el auto. Los jóvenes lo patearon hasta causarle la muerte.
19 de abril de 2008: Tres hombres jóvenes (dos de los cuales son adolescentes) fueron sentenciados a cadena perpetua por haber pateado a otro padre de tres, Mark Witherall de 47 años de edad, matándolo después de haber allanado su morada en Whitstable, Kent.
21 de mayo de 2009: Joven de 16 años de edad fue encontrado culpable de matar a George Thornley de 68 años durante un robo fallido en la casa del anciano. El joven atacó a Thornley con un mazo de hule y un cuchillo.
TAMBIEN LAS JOVENES
Ciertamente el Reino Unido no es la única nación que reporta con frecuencia violencia entre los jóvenes, y quizás sorprendentemente, los varones no son los únicos autores. De acuerdo a los cálculos del FBI, en 1996 las jovencitas contribuyeron con el 15 por ciento de todos los arrestos por violencia juvenil en los Estados Unidos. También en el 2002, el 24 por ciento de los jóvenes arrestados por agresiones graves fueron jovencitas, mientras que el 32 por ciento de estas fueron aprendidas por agresiones menores.
¿Significa esto que la naturaleza femenina está cambiando? ¿Las jovencitas se están tornando tan violentas como los hombres? En su escrito del 2007, «Patriarchy Matters», los investigadores Lyn Mikel Brown, Meda Chesney-Lind y Nan Stein proponen que «los pronunciados arrestos entre las jovencitas no son el producto de que las jóvenes se estén asemejando mas a los varones. Más bien, formas de violencia menor en la jóvenes que anteriormente eran ignoradas ahora están siendo penalizadas».
Aunque las jóvenes no están dejando su naturaleza completamente—cual sea lo que uno crea que es—puede que sea difícil para algunos creer que todo el aumento en los arrestos de menores femeninas sea totalmente atribuible de manera única a «violencias menores» estén siendo penalizadas.
¿En el pasado cual de los siguientes incidentes fueron considerados violencias menores?
14 de enero de 2008: Al oeste de Filadelfia, 10 jovencitas atacaron a otras dos adolescentes quienes estaban esperando el autobús escolar. Utilizando lo que pudo haber sido un cortador de cajas o una navaja de barbero de un solo filo acuchillaron a Shakia West de 15 años de edad hiriéndola severamente.
4 de febrero de 2008: En Halifax, Nueva Escocia, dos jóvenes adolecentes fueron sentenciadas por un crimen cometido el pasado verano. Aparentemente, utilizando como garrotes las patas de metal de una mesa, las jóvenes atracaron a una mujer de 66 años de edad mientras caminaba por un parque en Halifax, la apalearon repetidamente dejándola con una costilla rota y severas contusiones.
30 de marzo de 2008: Victoria Lindsay de 16 años fue golpeada por otras seis jovencitas que a su vez grababan el ataque hasta dejarla inconsciente, con la intención de publicarlo en YouTube. Lindsay requirió de hospitalización además de que ahora sufre de vista borrosa y perdida del oído entre otras lesiones.
14 de julio de 2009: Jovencitas pandilleras en Washington, D.C., se dan a la caza de otra miembro de una pandilla rival para tomar represalias por supuestas publicaciones en MySpace. Las atacantes llevaban consigo martillos, palos y otras armas las cuales mecían mientras se aproximaban a la víctima, quien más tarde fue hospitalizada con múltiples heridas por armas punzocortantes 29 de julio de 2009: Alexis Harris de 17 años de edad muere después de haber sido acuchillada por otra joven durante una disputa en una cancha de baloncesto en Cleveland, Ohio.
Si es que Brown, Chesney-Lind y Stein están en lo correcto y que estos ejemplos siempre han sido comunes entre las jovencitas, solo nos queda cavilar en que ya es tiempo que tales comportamientos sean penalizados. Sin embargo, si estos ejemplos no eran comunes ha como lo son hoy en día, ¿qué es lo que ha cambiado? Posiblemente, como lo notó McCarthy, con la violencia se nos olvida quienes somos. ¿Por qué se han olvidado tantos jóvenes de quien son? ¿A caso algunos niños simplemente nacen con características más agresivas?
«No existe el gene de la violencia», dice en la página Web de la Asociación de Psicología Americana; «la violencia es un comportamiento aprendido, con frecuencia es aprendido en casa por parte de los padres, miembros familiares o amigos o en la comunidad».
SOPESANDO LOS RIESGOS
Investigadores han notado que los factores que conducen a la violencia juvenil son tan complejos que se necesitan múltiples teorías para contar las muchas formas en que estas ocurren. Por ejemplo, los patrones que inducen a tiroteos en las escuelas, en gran manera difieren de aquellos que inducen a la violencia pandilleril, así que mediaciones protectoras necesitarán abarcar una gran variedad de comportamientos. Por el lado negativo de la ecuación, los factores que se pensaron contribuían a la agresión incluyen el contacto con la violencia ya sea con la comunidad, los medios de comunicación o la violencia intrafamiliar; familias menesterosas, relaciones con los amigos y la comunidad; además de niveles bajos de razonamiento moral y abstracto junto con maneras deficientes de resolver problemas. Aunado a esto, padecimientos mentales y factores biológicos (incluyendo daños cerebrales y otras anormalidades) entran en juego.
«Una historia familiar con comportamientos criminales y abuso de drogas, familia controlando sus problemas, conflictos familiares además de la actitud de los padres a favor del crimen y el abuso de drogas han sido ligados con la violencia juvenil».
Sin embargo, es importante notar que mientras grandes números de adolecentes pudieran estar expuestos a varias combinaciones de alguno o todos estos factores, No todos se tornan violentos. Vincent Ramos, antiguo jefe en psicología y director de servicios clínicos en un centro para jóvenes enjuiciados en el sureste de los Estados Unidos, dice que algunos niños resisten los efectos de estos factores mejor que otros. «El hecho es que, no podemos determinar el riesgo con ninguna fiabilidad significativa», le comentó a Visión. «Más jóvenes que menos son resistentes y capaces de sobrevivir las peores condiciones sin llegar a ser criminales o recurrir a la violencia. Por ejemplo, el hecho de que la mayoría de los participantes en tiroteos en escuelas eran personas solitarias desconectadas de la comunidad, no significa que todos los individuos con las mismas características se tornen a la violencia. No la mayoría. De hecho es raro cuando lo hacen».
Al poner el énfasis en la capacidad de recuperación, Ramos presenta la perspectiva de un enfoque al problema de la violencia juvenil sustentado en la «fortaleza» en lugar de enfocar en el «riesgo». En un informe de 2008 financiado por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC siglas en inglés), Nancy Guerra y Catherine Bradshaw explican: «Desde una perspectiva [basada en la fortaleza], el desarrollos exitoso es visto no como la ausencia de comportamiento de riesgo sino como la presencia de atributos positivos que permiten a la juventud alcanzar sus posibilidades como adultos productivos y adaptados».
Al examinar el cuerpo actual de investigación centrado en estos atributos positivos, Guerra y Bradshaw identificaron cinco «aptitudes principales» que afectan al desarrollo positivo de la juventud. Sus colegas—Terri Sullivan, Albert Farrell, Amie Bettencourt y Sarah Helms—señalan que estas aptitudes también «juegan un papel central en varias de las teorías de la agresión infantil y violencia juvenil».
Estas aptitudes principales de protección incluyen un sentido positivo de sí mismos, dominio propio, habilidad para tomar decisiones, un sistema moral de la creencia, y conexión prosocial. «A pesar de que estas aptitudes están claramente relacionadas», los investigadores reconocen que, «cada una ha recibido una atención considerable a su propio tiempo». En verdad así ha sido. De hecho, cualquiera que esté familiarizado con los estudios de resiliencia de inmediato reconocerá el hecho de que las aptitudes principales que protegen contra de la agresión infantil y violencia juvenil se parecen mucho a los rasgos que hemos encontrado para proteger en contra los efectos del trauma (vea «Desarrollando Resiliencia en un Mundo Turbulento»).
Una premisa central de los investigadores Guerra y Bradshaw es que los «altos niveles de estas aptitudes proporcionan un marcador para el desarrollo positivo de la juventud, en cambio los bajos niveles de estas aptitudes aumenta la probabilidad de conductas de riesgo de los adolescentes». Es evidente que los padres están en la mejor posición para alentar el desarrollo de las aptitudes principales en un niño desde la infancia en adelante. Sin embargo, el éxito en hacer esto requiere que los padres entiendan como se manifiestan las aptitudes en estas áreas. Requiere también que tomen un papel activo y deliberado en la enseñanza de las habilidades relacionadas. Sin embargo, ¿cuales son esta habilidades y como las enseñan los padres en un nivel práctico?
CONOCETE A TI MISMO
La primera aptitud, un sentido positivo de sí mismo, incluye una auto-conciencia realista caracterizada por la capacidad de evaluar con precisión sus fortalezas y debilidades, pero también, Guerra y Bradshaw dicen, derivada de «una conceptualización más precisa e integrada del yo que sienta las bases del curso de la vida futura. “Quien soy” prepara el terreno de lo que “oy a llegar a ser”—proporcionando optimismo, curso y razón de ser». Las palabras en 1961 de McCarthy reverberan: «En la violencia olvidamos quiénes somos».
«El dominio propio es una habilidad importante que todo niño debe aprender. Tiene que ver con tener el poder o control sobre las propias acciones. Significa también que el individuo sabe del bien y el mal».
¿Cómo adquieren los niños una conciencia realista de sí mismos? Las bases se ponen desde la infancia mientras los guardianes responden con calidez y afecto a las necesidades físicas y emocionales. Esta se expande durante la etapa infantil cuando los padres señalan la conexión entre las acciones del niño y sus consecuencias. Ciertamente, los padres deben señalar las consecuencias negativas de las acciones negativas del niño. Sin embargo de igual manera es importante reforzar las consecuencias positivas. El sentido del dominio personal del niño se incrementa al cosechar los buenos frutos por hacer bien las cosas, además de cultivar una autoestima genuina.
La conciencia de sí mismo está estrechamente relacionada a las habilidades de la autorregulación las cuales son precursoras para el desarrollo de la siguiente aptitud principal: dominio propio. Aun cuando unos niños son capaces de regular ciertos aspectos de su comportamiento, especialmente en respuesta a la recompensa y la corrección, el manejo personal de estas habilidades aumenta con el tiempo cuando los estándares enseñados se comienzan a asimilar. Domino propio—la capacidad de manejar el comportamiento y las reacciones emocionales de manera apropiada—es un indicador critico del ajuste positivo en los niños debido a su importancia para establecer y alcanzar metas a través de la vida de la persona.
Cuando los padres interactúan socialmente con los niños y responden consistentemente a sus necesidades, estos aprenden a distinguir entre el estimulo importante y el que no lo es, una aptitud que induce a la habilidad de predecir que es lo que podría pasar después de una acción en particular.
Una vez que pueden hacer esto, las bases quedan fijadas para el desarrollo de la habilidad para resolver problemas. Un niño pequeño descubre que un bloque redondo no entra en un agujero triangular, sino que entrará en uno redondo. Si se jala a sí mismo hasta una posición erecta puede alcanzar cosas interesantes, las cuales no puede mientras gatea. En esta etapa los niños pueden también comenzar a tratar de usar formas no aceptables de resolver cosas. Para obtener un juguete que quieren, podrían tomarlo de otro niño por la fuerza. «¡Lo quiero… él lo tiene… lo tomo… problema resuelto!»
Es aquí donde idealmente los adultos que están presentes e involucrados, de manera activa enseñarán a los niños que ciertas acciones son inaceptables. Parte vital de esta lección es enseñarle a los más jóvenes como identificar los sentimientos que preceden al comportamiento inaceptable (en este caso, desear algo que es de alguien mas) para entonces reemplazar las acciones automáticas con aquellas que lo son menos. (En lugar de tomarlo, encuentro otro juguete con que jugar mientras el otro niño termina de jugar con aquel.) Si bien se necesita tiempo para este tipo de habilidad auto-reguladora y transformarse en un dominio propio maduro, los niños no la internalizan de manera automática. Requieren de la activa influencia de imágenes adultas- dentro de su llamada red de apego—lo ideal sería sus padres.
ENFRENTANDO LAS ALTERNATIVAS
La tercera aptitud, la habilidad de tomar decisiones de manera efectiva, también se desarrolla con tiempo y practica, además de estarse enseñando de manera activa. Durante la adolescencia, la habilidad del razonamiento abstracto debería ser lo suficientemente sofisticado para que un niño sea capaz de predecir con precisión e imaginar las consecuencias. Sin embargo, debido a que los jóvenes tienen menos experiencia en evaluar el verdadero daño con las consecuencias negativas, los padres deben con frecuencia hablar de las decisiones con ellos para ayudarles a evaluar riesgos potenciales y sus consecuencias.
«En general», Guerra y Bradshaw explican, «en comparación con los adultos, los jóvenes subestiman el riesgo». No obstante, «beneficios percibidos, en contraposición a los riesgos, son mas posibles de guiar las decisiones de los jóvenes». En tanto que los que toman mejores decisiones prefieren evitar riesgos peligrosos por completo en lugar de afrontar decisiones que puedan requerir demasiados riesgos en contra de los beneficios, la mayoría de los jóvenes aun necesitan la ayuda de los padres en tomar decisiones hasta que exista una evidencia clara de que han tenido éxito en desarrollar un juicio maduro.
Sullivan, Farrell, Bettencourt y Helms han notado que se han encontrado marcadas diferencias entre el proceso de la toma de decisiones en los jóvenes agresivos frente a la de sus homólogos no agresivos. Los jóvenes agresivos utilizan información y metas diferentes en cuanto a la toma de decisiones siendo así afectadas por diversas influencias, «incluso atendiendo manera selectiva a estímulos sociales negativos, atribuyendo objetivos hostiles a estas señales, además de priorizar metas basadas en venganza versus prosociales al dirigirse en estas situaciones».
Por otra parte, los jóvenes no agresivos pudieron utilizar habilidades sociales para manejar los conflictos, siendo los menos propensos en asumir que los indicios sociales negativos resultaron resueltamente de intensiones hostiles. Semejantes modelos positivos de pensamiento y comportamiento pueden ser de manera gradual inculcados a través de la infancia mientras padres e hijos comparten sus experiencias diarias y hablan acerca de sus interacciones sociales, alentando puntos de vista y respuestas saludables a los conflictos.
Por supuesto que los puntos de vista y respuestas más saludables estén basados en la cuarta aptitud principal, un sistema moral de creencias. Desde el punto de vista investigativo, un sistema moral de creencias involucra el uso de la compasión y tomas de perspectivas para desarrollar profundos juicios contenidos sobre temas como estragos, justicia e integridad. Incluso los niños muestran cierto un nivel de conciencia moral, tales como angustia empática además del placer en respuesta a los sentimientos de los demás. Salvo que un sistema de creencias más concreto emerge gradualmente con la ayuda de la crucial interacción social que los niños necesitan experimentan durante el crecimiento. Y de nuevo, los padres deberían de ser idealmente los proveedores clave de esta interacción a través de frecuentes conversaciones así como por el ejemplo.
De hecho, «Reflejar», es una de las primeras herramientas de aprendizaje disponible a los niños. Los niños imitan a los seres amados dentro de la familia, y expresiones de la comunidad, además que cada episodio de reflejo establece una conexión neuronal particular mucho más fuerte. Si los modelos ejemplares de un niño—principalmente aquellos con los que se identifica fuertemente—son guardianes compasivos que muestran integridad, los estándares que muestran y enseñan forman las bases en las creencias morales del niño. En contraste, cuando los guardianes muestran negligencia, coraje o violencia, es más seguro que los niños se tornen agresivos y consideren la violencia como una respuesta apropiada cuando se enojan.
LA CONEXIÓN CORRECTA
Todo esto pone de relieve la importancia la aptitud final presentada por Guerra y Bradshaw, la conectividad del vinculo prosocial, que se podrían considerarse fundamentales para los cuatro que la preceden. La conexión prosocial se refiere a la participación social entre el niño y los seres amados a través de una variedad de sedes sociales. En particular, el apego seguro y de apoyo a la familia se sabe ejercen una influencia protectora contra del desarrollo de la agresión en los niños.
No debería de sorprender que los niños aprenden mejor de las personas con las que tienen conexiones emocionales seguras. Los neurólogos han demostrado lo que los psicólogos, padres, teólogos y profesores han sabido siempre: las relaciones familiares fuertes y los buenos ejemplos contribuyen a la formación del cerebro, la mente, personalidad y carácter. Sullivan y su colega subrayaron que el apego seguro está asociado con la autorregulación, empatía y el desarrollo moral y emocional «desde la infancia hasta la edad adulta». Genéticamente los seres humanos son seres sociales, y desde los primeros vínculos que se forman entre los niños y los guardianes, el comportamiento es altamente influenciado por las conexiones sociales.
«EL afecto temprano conduce a modelos de trabajo interno en las relaciones sociales que sirven como reglas preliminares para guiar al comportamiento y sentimientos en las interacciones sociales», según Guerra. Los efectos de estos afectos en cuanto a futuros riesgos de comportamiento potenciales son dominantes además de mas tarde ser complementados por conexiones con grupos homólogos, hermanos y adultos fuera de la familia—incluso hoy en día dentro de las redes sociales en línea. Por supuesto, otros factores comunitarios como la pobreza y el alto índice de delincuencia pueden afectar con la agresión entre jóvenes. Sin embargo, el equipo de Sullivan advierte que «conexiones microsistema tales como las características en las relaciones familiares podrían ejercer una influencia protectora aun con los jóvenes en riesgo de violencia debido a factores dentro de la comunidad».
En otras palabras, las relaciones familiares y de apoyo que inculcan una identidad positiva en los niños son de crítica importancia en la prevención de la violencia juvenil.
Con esto en mente y porque no existe un gen de la violencia, una sociedad con violencia juvenil debería de hacerse preguntas de fondeo. ¿Cómo padres sabemos quiénes somos? ¿Pasamos el tiempo suficiente participando de manera positiva y constructiva con nuestros hijos para transmitirles este entendimiento? ¿Saben nuestros hijos quiénes son?
Si no lo saben, quizás como padres les estamos fallando. Así que una sociedad que les falla a sus niños se falla así misma.