Producción de mejores bebés
Los investigadores y formuladores de políticas de todo el mundo procuran denodadamente determinar cómo regular mejor la edición genética de líneas germinales de embriones humanos. ¿Qué hay de audaz y de nuevo con respecto a esto? Nada y todo.
Nosotros siempre queremos mejorar las cosas. Recrear el mundo según nuestras necesidades y habilidades —enderezar las ramas torcidas, por así decirlo— es nuestro patrón desde hace mucho tiempo, con un enfoque particular en la vida que nos rodea. Aunque hemos sabido de las ramas enroscadas de la molécula de ADN en el centro de nuestras experimentaciones por solo sesenta y cinco años, más o menos, hemos estado criando y cruzando por milenios en la esperanza de producir lo más grande, lo más pequeño, lo más sabroso o lo más duro.
Pasando al empalme de genes y ahora a la edición de genes, seguimos reconfigurando especies según nuestros deseos. Ya sean perros, peces, tomates o soja, muchas especies y cultivos que hoy se comercializan son producto de nuestro propio diseño. Puede que en el futuro hasta dotemos —a nuestras creaciones— de genes y cromosomas creados a partir de cero. La inteligencia artificial ya puede diseccionar la estructura y la función de la proteína; de esto puede proceder la habilidad de diseñar nuevas proteínas y luego, dando un paso más hacia atrás hereditario, construir sus secuencias de ADN correspondientes. Insertar estas dentro de las células embrionarias daría a los organismos adultos nuevas capacidades y vías metabólicas nunca antes vistas.
¿Cómo podríamos diseñar nuestros hijos futuros y, por extensión, la familia humana, a medida que la tecnología abre nuevas puertas para podar y enderezar la próxima generación? Solo imagine las posibilidades… y los peligros.
¿Qué sería Ud. lo suficientemente capaz de hacer? ¿O no hacer?
«Los árboles crecen de las más diversas maneras. No son todos perfectamente rectos. No todas las ramas son perfectas».
El futuro hoy
Considere los trasplantes de órganos. Pronto alguien recibirá el primer corazón o el primer riñón desarrollado en un cerdo. En este caso el genoma del cerdo se habrá alterado para silenciar o eliminar las proteínas que activan la respuesta inmune, evitando así el rechazo por parte del paciente.
Pero, ¿por qué no, simplemente, hacer el cerdo más humano? Los híbridos humano-animales son controversiales pero no se descartan. ¿Qué tal añadir células madre humanas a embriones de chimpancés? La novela NEXT de Michael Crichton, publicada en 2006, desarrolla justamente este tipo de argumento sobre la humanización quimérica de animales.
Todavía no hemos desarrollado un organismo transgénico en término, pero es probable que algún día lo hagamos. Puede que —por ejemplo— el impulso científico para utilizar semejante «plataforma» integrada, a fin de entender más acerca del desarrollo del cerebro, supere las cuestiones éticas que tan a menudo surgen en el éter moral circundante.
¿Qué es lo próximo que realmente va a suceder en cuanto a aplicaciones humanas? En el siglo XX, la atención se centró en el control del brote y la propagación de enfermedades infecciosas. El descubrimiento de antibióticos y la creación de vacunas, así como el acceso a agua limpia, fueron factores clave en la salud humana.
Al entrar en el siglo XXI, la atención se trasladó a la célula humana. El asalto de las enfermedades infecciosas continuará, pero ¿qué tal si se pudiera erradicar por completo la enfermedad del genoma humano? En una entrevista con Visión en 2016, Jennifer Doudna decía: «¡Pensar en esto es algo tan fantástico! De pronto nos damos cuenta de que… ¡vaya!, tenemos una herramienta que en principio nos permite cambiar la evolución humana. Podemos eliminar una mutación de la población entera; simplemente, ¡deshacernos de ella!».
Doudna, profesora de química y biología molecular y celular de la Universidad de California en Berkeley, trabajó con Emmanuelle Charpentier (actualmente en la Unidad Max Planck para la Ciencia de Patógenos en Berlín) a fin de develar el potencial de edición genética de CRISPR-Cas9. «Cuando nos encontramos con esta proteína en el sistema inmunológico bacteriano, no estábamos buscando eso, ¡claro! —explicaba Doudna—, pero en cuanto entendimos cómo funcionaba, nos dimos cuenta de que esto sería una herramienta increíble para la edición del genoma. Dado que podemos programarlo con esta pequeña pieza de ARN, podemos hacer una interrupción donde sea que queramos».
Esto significa que ahora los científicos tienen las tijeras moleculares y el sistema de ajuste para hacer ediciones específicas entre los tres mil millones de pares de base de nuestro genoma. Encontrar una letra particular en nuestro ADN (la letra incorrecta en el cromosoma 11 que causa la anemia de células falciformes, por ejemplo) es como encontrar una a particular en una pila de 900 Biblias; sin embargo, en cualquier genoma —de animales o de plantas— CRISPR puede encontrar esa letra y cambiarla.
Esto ha revolucionado la biología, dice Doudna.
«Ahora tenemos una herramienta que permite reescribir el código genético, cambiando el ADN en las células. Eso es algo profundo. Permite a los científicos hacer cosas que en el pasado habrían sido realmente difíciles o imposibles de hacer».
Escapando del laboratorio
La edición de genes no se limita a la comunidad científica. El bajo costo de CRISPR y la relativa facilidad de autoformación ha puesto a disposición casi de cualquiera la posibilidad de usarlo. La serie documental de Netflix de 2019 titulada Unnatural Selection (Selección innatural) revela cuán rápidamente se está moviendo la «democratización» de la ciencia molecular. «No nos queda más alternativa que seguir explorando el árbol del conocimiento —dice un genetista—, pero siempre corremos el riesgo de descubrir algo que nosotros no podemos manejar».
El código del ADN no es como un programa informático. Una persona es más que un código, los niños son más que los genes heredados de sus padres. Con todo, los genes son sumamente importantes porque el código que llevan determina los parámetros fisiológicos que afectan nuestra salud y nuestra identidad. Nos limitan de una manera u otra. Una persona alta no va a ser un jockey campeón; un claustrofóbico no va a ser un buen astronauta. Queremos evitar la enfermedad, sin embargo, a menudo es la «rama torcida» lo que nos provee de identidad, de individualidad y hasta de dones extraordinarios. Lo preocupante ahora es que las definiciones de enfermedad y torcida pudieran volverse considerablemente maleables.
Aunque parece más práctico y eficaz invertir en mejorar el ambiente social, cultural y mental que influye en nuestro bienestar, hemos hecho hincapié en el camino a una mayor influencia genética. Una década antes del advenimiento del CRISPR, Gregory Stock reconocía esta fijación en el genoma humano: «La posibilidad de alterar los genes de nuestros futuros hijos no es un efecto aislado de la biología molecular, sino parte integral de los adelantos en tecnologías que culminan un siglo de progreso en las ciencias biológicas» (Redesigning Humans: Our Inevitable Genetic Future).
Gracias a herramientas para la edición de genes, como CRISPR, así como de un kit emergente de proteínas para cortes de ADN que son aún más precisas, la próxima generación de control realmente ha llegado. Ya no es cuestión de preguntarse «si» o «cómo»; ahora las preguntas son: «¿Deberíamos?» y «¿Cuándo?». ¿Seremos capaces de determinar colectivamente cuándo es seguro proceder? ¿Y quién determinará cuáles características cambiar? Los grupos científicos han propuesto una moratoria en la experimentación mientras se esfuerzan en busca de respuestas. Entretanto, fuera del ámbito científico, la edición de genes se está practicando sin supervisión en garajes y cocinas.
La fecundación in vitro y la ventana de edición
En términos de edición terapéutica de células de pacientes (por ejemplo, células inmunes extraídas de un adulto, luego reinsertadas para combatir el cáncer) las luces de precaución se han vuelto verdes, y muchos ensayos clínicos están en marcha. Con todo, cuándo proceder con la edición de la línea germinal es más complicado. El elemento central para la edición de la línea germinal es el embrión; y en este caso, la creación del embrión es la tarea de la fecundación in vitro (FIV).
Robert Edwards —pionero en fertilidad que, junto a Patrick Steptoe, creó las primeras técnicas de FIV— corroboró la opinión de Stock sobre la progresión. Escribiendo en 2004 con respecto al poder terapéutico de las células madre embrionarias, Edwards señaló que el desarrollo de varios campos de la biomedicina dependía del éxito obtenido en el pasado con la fecundación in vitro humana. Producir células madre a través de la creación de embriones —dijo— «había estado entre las intenciones primarias de introducir la fecundación in vitro humana» (otra, claro está, era ayudar a parejas infértiles a tener hijos).
Tener acceso poco después de la unión del óvulo y el espermatozoide, cuando hay muy pocas células para manipular con «tijeras», posibilita cambiar la trayectoria tanto de una vida individual como de una línea familiar. Dado que cada célula del cuerpo contiene la misma información de ADN que la primera, un cambio en aquellas primeras células embrionarias se convierte en un cambio en todas partes. También es posible retroceder un paso más: las células del óvulo o del esperma se pueden editar antes de la fertilización.
Los individuos creados con tales alteraciones las pasarán a sus hijos; por definición, esas modificaciones genéticas se volverán parte de la línea germinal.
Edición del primer embrión humano
He Jiankui, anteriormente biofísico en la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur en Shenzhen, China, denomina el procedimiento de edición del embrión cirugía génica. Dice al respecto: «La cirugía génica es otro de los adelantos de la fecundación in vitro. Para algunos niños, la cirugía génica temprana puede resultar la única manera viable de sanar una enfermedad hereditaria y prevenir toda una vida de sufrimiento».
En 2015 se publicó el primer informe sobre modificación génica de un embrión humano. Usando embriones de fecundación in vitro no viables procedentes de clínicas de fertilidad, otros científicos chinos habían probado la exactitud de las ediciones CRISPR en humanos. Este avance llegó sorprendentemente pronto tras el descubrimiento de Doudna y Charpentier en 2012. Según Edward Lanphier, por entonces presidente de Sangamo BioSciences, «el acceso universal a CRISPR y la simplicidad de su creación generan oportunidades para que científicos de todas partes del mundo hagan todos los experimentos que quieran».
Este temprano intento de modificación de la línea germinal humana impulsó la primera Cumbre Internacional sobre la Edición del Genoma Humano (Washington DC, 2016). Tras la cumbre, Doudna compartió sus preocupaciones con Visión: «Me gustaría ver la comunidad de la gente —todos nosotros, los que actualmente vivimos en un mundo donde disponemos de esta tecnología— reunirse a fin de entenderla lo suficientemente bien para poder pensar como sociedad, la manera de emplearla de modo que sea beneficiosa para la gente y que, en la medida de lo posible, no cause daño. Necesitamos maximizar el bien mientras minimizamos los riesgos y los peligros.
Por entonces, Doudna se mostró optimista y, en general, confiada con respecto a que todos podrían trabajar juntos para avanzar.
«Queremos proceder de manera que sea respetuosa de la vida humana y cautelosa, pero que también reconozca que hay pacientes que esperan desesperadamente por tratamientos. Necesitamos equilibrar los beneficios y los riesgos».
Planteamiento del caso para proceder
¿Mediante qué normas o principios debería avanzar esta ciencia? En la Segunda Cumbre Internacional sobre Edición del Genoma Humano (Hong Kong, 2018), He Jiankui —también conocido como JK— planeó presentar una serie de principios que él y sus colaboradores creían que proveerían una sólida base humanitaria y ética para seguir adelante con la edición de la línea germinal.
En el estudio Draft Ethical Principles for Therapeutic Assisted Reproductive Technologies (Propuesta de principios éticos para técnicas terapéuticas de asistencia reproductiva). He y sus colegas propusieron que las comunidades de médicos y pacientes establezcan «un conjunto básico de valores humanos fundamentales» para promover el diálogo sobre «el uso ético de la TRA (Tecnología Reproductiva Asistida, incluida la FIV) a fin de ayudar a parejas con problemas de fertilidad a concebir hijos sanos». Los parámetros para «cirugías genéticas a comienzos de la vida» serían breves y simples, a fin de que fueran accesibles al público: «Los legisladores en países que quieran permitir ensayos clínicos y posibles solicitudes reglamentarias podrían basarse en estos valores para redactar normas cohesivas que todavía puedan tener en cuenta el conjunto particular de creencias religiosas, cultura y problemas en materia de salud pública».
Inicialmente, el estudio publicado en The CRISPR Journal, parecía suficientemente razonable: «Las cirugías génicas, entre las que se cuentan la técnica de edición génica CRISPR y la de donación mitocondrial, prometen nuevas estrategias terapéuticas durante la fertilización in vitro (FIV) para curar o evitar estas enfermedades antes de que una criatura pueda sufrirlas». A continuación, los autores preguntaban: «¿Cuáles deberían ser nuestra propuesta ética y nuestros límites reales?».
Y afirmaban: «Hemos reflexionado profundamente sobre los fundamentos éticos para la regulación en torno a los debates entre investigadores, pacientes y defensores, y expertos en ética tanto en China como en el exterior». Uno de esos expertos fue William Hurlbut, quien —en una entrevista con Visión— describiera así sus impresiones con respecto a He: «JK es una persona con la que es muy agradable conversar, y es sincero en su deseo de hacer el bien… No paraba de decirme: “Tenemos que conseguir que esto avance, porque la ciencia es segura”. Él estaba convencido de que la ciencia era segura».
El estudio de JK sugería cinco principios para determinar si la edición de la línea germinal se debería aprobar en cualquier situación dada:
- Misericordia para con las familias en necesidad.
- Solo en lo que respecta a enfermedades graves, nunca por vanidad.
- Respeto a la autonomía de la criatura.
- Los genes no nos definen.
- Todo el mundo merece ser libre de enfermedades genéticas.
Es bien difícil no estar de acuerdo con alguna de estas ideas.
«Sostenemos creencias adicionales, pero menos universales, que restringen aún más el uso de la cirugía génica —señalan los autores—; entre ellas, la necesidad de priorizar las necesidades sanitarias de la población local y centrarse solamente en tratar la enfermedad a través de variantes genéticas naturales prevalentes».
El carro delante del caballo
Como ya se ha notado, He Jiankui planeaba presentar este material durante la conferencia de Hong Kong. En un mensaje por correo electrónico dirigido a Visión, el moderador de la sesión, Robin Lovell-Badge (del Instituto Francis Crick, de Londres), confirmó el plazo: «Sí, el proyecto de la presentación de JK incluía algunas diapositivas sobre su visión de la ética de la edición genómica en la línea germinal humana. Esto, según Kevin Davies, el editor de The CRISPR Journal, siempre se había previsto que se publicara alrededor de la fecha en que se celebraría la reunión cumbre».
Justo cuando uno de los principales problemas con la técnica de edición CRISPR es el peligro de cometer errores de edición genómica «fuera del objetivo», se derrumbó el plan de He al saberse que él ya había usado la técnica CRISPR nueve meses antes para editar e implantar embriones. La noticia del nacimiento de gemelas, llamadas Lulu y Nana, se hizo pública en la víspera de la conferencia.
Lovell-Badge continuó: «Estoy casi seguro de que JK no quería que la historia de las bebés apareciera sino hasta que un [segundo] artículo describiéndolas fuera publicado en una revista especializada “prestigiosa”; él parecía genuino cuando se disculpó por la temprana publicación de la historia». Lovell-Badge ha escrito un extenso relato sobre reuniones entre bastidores que tuvieron lugar por entonces.
¿Estaba He Jiankui procurando crear una especie de consenso que apoyara sus declaraciones de principios éticos antes de que sus acciones salieran a la luz? Si la comunidad científica hubiera apoyado su «Propuesta de principios», podría haber ayudado tanto a He como a otros a justificar lo que se había hecho. De haber sido sinceros, los principios podrían haber pavimentado el camino para la aceptación de la edición genómica de la línea germinal.
Según Jon Cohen de Science, JK también estaba sentando las bases para cierto tipo de negocio de «turismo» en línea germinal. ¿Quién sabe cuán rápidamente podríamos haber transitado por ese camino si su cronograma no se hubiera divulgado indebidamente? Por no haberse adherido a los principios de precaución que habían existido por acuerdo general desde 2016, He frustró cualquier idea que su «Propuesta de principios» podría haber proporcionado; se han desestimado como un mero intento de justificar sus propias acciones.
Citando el obvio conflicto de intereses por parte de He, The CRISPR Journal retiró el estudio. Su editor en jefe dijo a Genetic Engineering and Biotechnology News: «Los autores nos ocultaron intencionalmente el hecho de que estaban llevando a cabo investigaciones clínicas en ediciones de línea germinal, y que las bebés habían nacido… Es una mirada fascinante dentro de la psique de los autores antes de que la noticia saliera a la luz y lo equivocados que estaban».
Se ha martirizado a He Jiankui considerándolo un científico rebelde, pero su lanzamiento a la «piscina genética» ha hecho que las aguas sean aun más tentadoras. De haber existido alguna edición de línea germinal Rubeconte, ya se ha cruzado.
«Hemos pasado miles de millones de años para desentrañar nuestra biología, no por mera curiosidad, sino con la esperanza de mejorar nuestras vidas. No vamos a apartarnos de esto».
En declaraciones a Wired, Eric Juengst —director del Centro para Bioética de la Universidad de Carolina del Norte— comentó: «Evidentemente, esto caldeó los ánimos. He ha saltado la investigación de seguridad que todo el mundo estaba pidiendo. Aumenta la presión para que realmente se lleve a cabo la investigación».
Señala el artículo que «según Juengst, un mundo con humanos mejorados por medio de la edición génica es una inevitabilidad. “La gente tendrá que aprender a vivir en un mundo en cuyo medio se encuentran, junto a ella, personas con genes editados —dice él—, y ese es otro enfoque que el gobierno podría tomar: preocuparse menos de vigilar la ciencia, y más de preparar la sociedad para vivir con este nuevo tipo de diversidad genética”».
¿Hay un quinto caballo fuera del establo?
Puede que nuevas regulaciones creen líneas duras contra la modificación de la línea germinal, pero si Lulu y Nana resultan ser normales y sanas (lo cual aún no se ha confirmado independientemente), padres desesperados y/o curiosos encontrarán la manera de darle una oportunidad. En su libro Designing Babies: How Technology Is Changing the Ways We Create Children (Bebés por diseño: Cómo la tecnología está cambiando la manera en que creamos hijos), Robert Klitzman, del Centro Médico de la Universidad de Columbia, observa lo difícil que va a ser cerrar la puerta ya abierta a la edición de la línea germinal.
Apuntando a la debilidad de las regulaciones y el enfoque de libre mercado tocantes a la TRA que hay en muchos países, incluso en los Estados Unidos, Klitzman tiene poca confianza en la efectividad de los intentos de regular la futura implantación de embriones editados. Al respecto dice: «Hasta las Naciones Unidas, con representantes de cada país, tiene poderes restringidos. Es factible que, llegado el momento, en cuanto los riesgos se caractericen mejor —aun cuando los peligros probablemente persistan—, el traslado de embriones con genes editados a vientres humanos sea aprobado para un uso experimental o clínico más amplio».
Klitzman continúa, «Muchos doctores y futuros padres priorizan la autonomía del paciente por encima de los derechos de la futura criatura, y minimizan los riesgos potenciales médicos, psicológicos y sociales, a largo plazo, de la TRA. «Dada, además, la lucrativa y competitiva industria rentable de la TRA y su resistencia general a directrices fuertes, muchos médicos podrían terminar llevando a cabo estos procedimientos, con pocos obstáculos reglamentarios o administrativos» (cursiva indicada por Klitzman).
La reproducción asistida puede hacer más que ayudar a parejas infértiles a tener bebés. Puede ayudarles a tener el bebé que ellos quieran. Así, mientras nosotros procuramos la salud, queda en pie el problema de si acaso estaremos cosificando a nuestros hijos. ¿Los reduciremos a productos, afinados, enderezados y perfeccionados genéticamente conforme a la fórmula de sus padres? En un mundo consciente del consumidor e impulsado por el mercado, pronto algunos tendrán tanto los recursos económicos como los recursos médicos para comprar mejoras de la línea germinal humana. Un padre por fecundación in vitro se lo explicaba así a Klitzman: «Si uno está pagando para obtener una criatura, y esta tecnología existe, ¿por qué no usarla? Cuando uno va a comprar un auto, no quiere nada más algo que tenga cuatro ruedas. Tal vez quiera un Mercedes. Es por eso que hay tantos diferentes tipos de coches. Yo no veo nada malo en eso».
¿Seremos lo suficientemente valientes para negarnos ese futuro?
«Come del fruto prohibido, advierte Dios, y “ciertamente, morirás”. Come, promete la serpiente, y “serás como Dios”. Esa tentación —ser “como Dios”— está a la raíz de los dilemas éticos planteados por la biología molecular».
En un vídeo destinado a coincidir con el anuncio público planeado de antemano sobre el nacimiento de Lulu y Nana, He Jiankui hizo un pedido conmovedor. Aunque hay un escepticismo colectivo con respecto a sus motivaciones, su pedido suena sincero: recordar que estas bebitas son, simplemente, niñas cuyos padres creían haber estado haciendo lo correcto. ¿Entendieron los padres todas las implicaciones de lo que él les estaba pidiendo llevar a cabo? Probablemente no, pero los padres desesperados no siempre ven más allá de su esperanza de tener hijos sanos; son capaces de aceptar cualquier ofrecimiento de ayuda.
«Esperamos que ustedes tengan misericordia de ellos, —dijo He—. Sus padres no querían un bebé de diseño; solo querían un niño o una niña que no sufriera de una enfermedad que ahora la medicina puede evitar. La cirugía génica es y debería permanecer como una tecnología para la curación. [El perfeccionamiento] no es lo que los padres amorosos procuran. Eso debería prohibirse —concluyó—; creo que las familias necesitan esta tecnología y estoy dispuesto a aceptar la crítica por ellos».
¿Fue esto valentía o bravuconada? ¿Un argumento en pro de su interés personal o una súplica sincera? Con el tiempo sabremos si su obra fue innovadora o funesta. Mientras tanto, la investigación y los debates continuarán.
«A estas alturas —dice Doudna—, yo apoyo los planes de la OMS y de las Academias Nacionales en cuanto a recomendar controles estrictos que impidan el uso [de edición de la línea germinal] hasta que se hayan considerado las interrogantes científicas y técnicas y se hayan resuelto las cuestiones éticas y sociales. Prefiero esto a una “moratoria” que, en mi opinión, es de duración indefinida y no proporciona ninguna vía hacia un posible uso responsable. Habría que alentar, no suprimir, el debate abierto y la transparencia en torno a este tan importante tema».
¿Es posible superar los conflictos de intereses que oscurecen la claridad del debate? ¿Quién dirigirá el debate? El interés personal constituye un motivador poderoso. Los investigadores deberían contenerse, especialmente en cuanto a explorar el perfeccionamiento genético. Esperar semejante cosa, sin embargo, es creer que todos nosotros estaremos dispuestos a alejarnos de ese umbral. Parece más probable que queramos usar estas nuevas herramientas para tratar de enderezar lo que no necesita ser enderezado.
Si hubiera un quinto jinete del Apocalipsis, es posible que fuera modificado genéticamente y su caballo, espoleado por el autoengaño. ¿Es valentía seguir adelante adentrándose en un mundo nuevo de modificación genética humana que conducirá, casi inevitablemente, al perfeccionamiento, o es más sabio dar un paso atrás, resistir esa tentación, tirar de las riendas y esforzarse, más bien, por estar contentos con nuestra variedad, nuestras limitaciones y nuestras «ramas torcidas»? Este es nuestro desafío colectivo, en este audaz nuevo mundo de hacer bebés.