La Edad de la Ansiedad
Allá por 1947, la frase «la edad de la ansiedad» hizo su aparición como título de un poema de W.H. Auden. La frase se puso en boga no por el contenido del poema, sino porque parecía recopilar el estado general de las cosas a raíz de las dos guerras mundiales y el terrible uso de armas catastróficas. Con el paso del tiempo, la gente se dio cuenta que estaba viviendo en un periodo abrumado por problemas de tal diversidad y magnitud que con frecuencia la única respuesta era una incapacitante preocupación. El 14 enero de 2012, de acuerdo a un artículo del New York Times, la leyenda de Auden «ha sido utilizada para caracterizar el estado consciente de nuestra era, el conocimiento de todo lo peligroso sobre el mundo moderno: el envilecimiento del medio ambiente, la energía nuclear, el fundamentalismo religioso, la amenaza a la privacidad y la familia, drogas, pornografía, violencia, terrorismo» (Daniel Smith, «Continúa la “Edad de la Ansiedad”. ¿Es Probable?»). El autor señala que, desde 1990, la frase ha aparecido en el título o subtítulo de dos docenas o más de libros. Así que parece que una desazón profunda sobre el mundo en que vivimos todavía nos está afectando.
¿Cómo hacerle frente a las condiciones que nos rodean, con problemas personales, con las preocupaciones acerca de la sociedad que heredarán nuestros hijos? ¿Cómo podemos mantener un sentido de perspectiva? ¿Existe la manera de tener una paz mental duradera?
Hay respuestas que ambas son eficaces y alentadoras, sobre todo cuando nos enfrentamos a circunstancias que tienen el potencial de paralizarnos emocionalmente. Además de las amenazas más generales antes mencionadas, existen la pérdida inesperada de un trabajo, la muerte de un ser querido, un matrimonio fracasado o en apuros, sentimientos de traición, problemas de salud. Problemas como estos también pueden producir angustia prolongada. Para el individuo, el hacerles frente es arduo y doloroso.
Sin simplificar o reducir al mínimo dichos traumas, podemos estar seguros de que existe alguna manera de encontrar la paz mental, un estado mental tranquilo, calma que no es objeto de constante ansiedad cuando las presiones se acumulan.
«Ya no se preocupen por lo que van a comer, o lo que van a beber, o por la ropa que se van a poner. Sólo los que no conocen a Dios se preocupan por eso. Ustedes tienen como padre a Dios que está en el cielo, y él sabe lo que ustedes necesita».
Las respuestas que nos traen una solución duradera son de naturaleza espiritual, y se derivan de los principios involucrados en ejercitar una fe justa. Solo que antes de ejercer fe en Dios, necesitamos saber que existe y que está interesado personalmente en nosotros. Como individuos, debemos pensar de Él como nuestro Padre. Así que el primer paso para tener la paz mental que anhelamos es establecer que Dios cuida de nosotros en todas las circunstancias y que Él tiene un plan para nuestras vidas, tanto ahora como en el futuro.
Sin embargo, ¿Cómo podemos saber siquiera que existe Dios? Si pablo el apóstol estuviera vivo hoy, nos daría buena respuesta, así como lo hizo en una de sus cartas hace más de 1,900 años: «Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa» (Romanos 1:20, Nueva Versión Internacional).
La sencilla noción de la existencia de Dios es evidente en la naturaleza que vemos, excepto que ha desparecido en un mundo que audazmente se proclama como un logro de la humanidad. No obstante, esa confianza inocente es el comienzo para una correcta relación con nuestro Padre.
La religión genuina es un camino de vida. Es más que un apaciguador filosófico una vez por semana, nos muestra cómo llevar a cabo nuestras ocupaciones, como tratar a nuestras esposas y criar nuestros hijos, como tratar a nuestros compañeros de trabajo, empleadores, empleados y vecinos. Nos muestra cómo tratar con todo lo que la vida nos pone al frente, incluyendo los inevitables traumas y ansiedades.
Este es el comienzo de nuestro camino a un espíritu tranquilo, a una mente libre de preocupaciones problemáticas.