Levantados en Armas
Afuera del edificio de la ONU en Nueva York, se encuentra una estatua en cuya base se está inscrito, «Martillarán sus espadas para azadones». Paradójicamente, este fue un regalo de la Unión Soviética en 1959. El mundo llevaba 14 años dentro de la Guerra Fría y la carrera nuclear armamentista. Después sesenta años, aun no hemos podido convertir las espadas en azadones. Aunque el enfrentamiento entre oriente y occidente terminó en 1991, los dividendos de la paz pronto dieron lugar a un aumento masivo en el gasto militar.
No es que los humanos no sepan del problema de la guerra. En 1795, James Madison, arquitecto clave de la constitución de los Estados Unidos y cuarto presidente de la nación, escribió: «De todos los enemigos de la libertad pública la guerra es, quizás, la que mas terror debe provocar, porque lleva en sí y desarrolla el germen de todos los demás enemigos de la libertad. La guerra es el origen de los ejércitos, y de estos devienen deudas e impuestos… instrumentos conocidos que llevan a los muchos bajo el dominio de unos pocos.… Ninguna nación puede preservar su libertad en medio de continuas guerras».
Sin embargo, hoy día los Estados Unidos representan el 46.5 por ciento del gasto militar mundial. Le sigue China, aunque muy distante con un 6.6 por ciento, después Francia, el Reino Unido y Rusia. Estas espeluznantes disparidades se encuentran registradas en el almanaque 2010 del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI por su siglas en inglés).
La crisis financiera generalizada y la recesión económica no han causado notable impacto en la venta de armamento. El SIPRI calcula el gasto militar mundial en 2009 en $1.531 billones de dólares—2.7 por ciento del producto interno bruto mundial o aproximadamente $225 dólares por cada persona en el mundo. Se podría pensar que estas cantidades son sorprendentemente bajas, aunque esto ignora el aumento del 49 por ciento desde el año 2000. Tampoco se tiene en cuenta la creciente concentración del gasto militar: 15 países conforman el 82 por ciento del total. También es importante tener en cuenta la dificultad de separar la industria de armamentos de la prosperidad nacional y la fuerza laboral. De acuerdo al SIPRI, «la fuerte relación sistemática entre los productores de armamentos y los gobiernos, así como la importante percepción de la industria por la seguridad nacional… protegida del impacto inmediato de severas recesiones económicas. Esta situación se refleja en el alto nivel de la continua venta de armas, altas ganancias, grandes rezagos y fuertes movimientos de efectivo generado por la producción de armas».
«El mundo ha adquirido brillantez sin sabiduría, poder sin conciencia. El nuestro es un mundo de gigantes nucleares e infantes éticos. Sabemos más de la guerra que de la paz, de matar que de vivir».
Mientras que las compañías fabricadoras de armamentos de los Estados Unidos dominaron la lista de los 100 grandes del SIPRI, los sistemas BAE británicos afirmaron haber tenido las ventas más altas de armamento en 2008. Constantemente entre los principales países exportadores de armas se encuentran los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU: los Estados Unidos, Rusia, Francia, el Reino Unido y China. Entre los más grandes importadores se encuentran China, India, los Emiratos Árabes Unidos y Corea del Sur. Sin embargo, no solo son las grandes naciones las que están involucradas: compañías en 98 países manufacturan armas de bajo calibre.
La cita inscrita en la estatua de la ONU sin duda fue tomada de la escritura profética en Miqueas 4:3—«Y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra». Esto es lo que va a suceder en el restaurado reino de Dios sobre la tierra. Observe que no es solamente el cese de la industria armamentista sino también la enseñanza y el fomento de un estado mental opuesto a la guerra y al conflicto. El conocimiento universal del camino y principios de Dios cambiaran la manera de pensar de la gente. La agresión no será vista como el camino a seguir. El camino de Dios será centralmente buscado y enseñado, y la tendencia humana por la guerra será prevenida.
Con el fin de la fabricación de armas y una mente renovada, finalmente la paz será posible.