Resurrección
En su reciente libro, Resurrection: The Power of God for Christians and Jews (Resurrección: El poder de Dios para cristianos y judíos), Kevin Madigan y Jon D. Levenson explican el significado de las Escrituras Hebreas cuando hablan acerca de la resurrección:
Uno de los malentendidos más comunes acerca de la resurrección es que es igual a la inmortalidad, es decir, vida después de la muerte. Muchas personas piensan que «resurrección» es sólo una palabra religiosa anticuada para la supervivencia de nuestra alma tras la inevitable muerte de nuestro cuerpo; sin embargo, la resurrección prevé el regreso de toda la persona, cuerpo y alma juntos, no solamente la supervivencia de su dimensión «espiritual». No se trata, en absoluto, de un evento natural —¿qué podría ser más natural que la muerte?—, sino de un regreso de la muerte generado por Dios que es el Creador de la naturaleza y, por lo tanto, el único amo sobre la misma. De hecho, para los antiguos cristianos y para sus contemporáneos, los primeros rabinos talmúdicos, la resurrección de la muerte era el principal ejemplo del incomparable poder de Dios.
Por lo tanto, la esperanza de que los muertos se levanten de la tumba no se basaba en un análisis de la naturaleza humana, sino en la convicción de que Dios se mantendría fiel a sus promesas. Era una cuestión de fe en el clásico entendimiento bíblico de la palabra: una fe inquebrantable en Dios. No se refería a la pregunta egoísta: «¿Viviré después de la muerte?», sino a la pregunta más general —y mucho más profunda—: «¿Se mantendrá Dios fiel a sus promesas?».
El beneficio de entender el concepto de la resurrección es que está al alcance de todos, no sólo de los gobernantes que se consideraban a sí mismos como la encarnación de algún ser divino, esperando el momento de ser liberados hacia su mundo real.